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SÍNTOMAS COMUNES: 

Depresión

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Depresión

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¿Qué es la depresión?

Una niebla. Una sombra. Un gran peso. Un gran vacío.

Estas son algunas de las formas en que la gente ha descrito la depresión, una de las dificultades de la salud más prominentes en nuestra sociedad. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 264 millones de personas en todo el mundo padecen depresión.1

Y, sin embargo, a pesar de su prevalencia, quienes padecen depresión a menudo se sienten solos en su sufrimiento. Pueden tener la sensación de que no hay nadie más que entienda exactamente lo que están pasando. Hasta cierto punto, esto es cierto. No hay dos experiencias de depresión iguales.2 Por ejemplo, Gina puede sentirse incapaz de salir de la cama, mientras que Cindy puede hacer ejercicio en exceso para distraerse de los pensamientos vergonzosos que parecen envolverla. Rosalía puede sentirse paralizada por las emociones de inutilidad, tristeza y autodesprecio, mientras que Terry lucha por sentir algo.

¿Cuál es la diferencia entre la depresión situacional y la depresión crónica?

La depresión situacional es una emoción humana natural que todo el mundo experimenta. Un estado temporal de tristeza, la depresión situacional puede ser una respuesta a cualquier cosa, desde un clima sombrío o una pelea con un ser querido, a la pérdida de un trabajo o el final de una relación. A menudo, la depresión situacional puede resolverse con el tiempo y la adaptación a cualquier cambio angustioso que se haya producido para crear un cambio repentino en el estado de ánimo.3

La depresión crónica, conocida como depresión clínica, aunque es similar, puede convertirse en una condición más seria en la que el individuo experimenta algo más que un estado de ánimo bajo en respuesta a sus circunstancias. La depresión clínica suele ser más prolongada y puede ser lo suficientemente grave como para interferir en la capacidad de funcionamiento de la persona. A veces puede provocar la alteración de ciertas sustancias químicas del cerebro, conocidas como neurotransmisores, y a menudo requiere más recursos, como medicación y terapia, para resolverse.3

Aunque existen diferencias, la depresión situacional y la depresión crónica también pueden ir de la mano. Por ejemplo, un acontecimiento o circunstancia angustiosa puede contribuir a la aparición de la depresión clínica de un individuo. A la inversa, ese mismo acontecimiento puede exacerbar la depresión clínica con la que un individuo ya ha estado viviendo durante años.

Ya sea situacional o clínica, la depresión es una experiencia muy real para millones de personas de todas las edades, géneros, etnias y estatus social, y sus efectos a menudo pueden sentirse aislantes e insuperables.

¿Cómo se siente la depresión?

Existen muchas combinaciones diferentes de síntomas que pueden indicar la existencia de una depresión; de hecho, hay más de mil.2 De ellos, dos de los indicadores más comunes de la depresión son el estado de ánimo bajo y la pérdida de interés. Además, otros indicadores son:

Nota: Si tienes pensamientos suicidas o de autolesión, busca ayuda profesional inmediatamente. Puedes ponerte en contacto con la Línea nacional de prevención haciendo clic aquí o llamando a 1-800-273-8255.
Como se ha indicado anteriormente, estos efectos pueden ser 1) en respuesta a un acontecimiento o situación reciente, 2) relacionados con otro problema de salud mental como la ansiedad, el dolor crónico o un trastorno depresivo, o 3) una combinación de ambos. Cualquiera que sea la situación, si estás experimentando cualquiera de los síntomas anteriores en un grado preocupante, te recomendamos encarecidamente que busques la ayuda de un profesional médico.

¿Cómo se relaciona el abuso sexual infantil con la depresión?

Las investigaciones sugieren que para la edad de 30 años, el 85% de las sobrevivientes de abuso sexual infantil experimentan un problema de salud mental como la depresión.4 Esta prevalencia se debe a algunas razones. A saber, incluso después de que el abuso haya cesado y la sobreviviente haya llegado a la edad adulta, los efectos del trauma pueden persistir tanto en la mente como en el cuerpo. Y uno de los efectos más comunes es la depresión.

¿Por qué específicamente la depresión? En algunos casos, los efectos del abuso sexual en la infancia pueden ser tan abrumadores y debilitantes que pueden provocar una depresión. Esto es especialmente cierto para las sobrevivientes que experimentan otros efectos físicos o emocionales del trauma, como dolor crónico, trastornos del sueño o ansiedad. En algunos casos, el dolor de lo que una sobreviviente experimentó durante y después del abuso puede parecer tan insoportable que la respuesta del cerebro para afrontarlo es evitar o adormecer las emociones por completo. Y aunque este tipo de técnica de supervivencia fue útil, incluso necesaria, para que la niña o la adolescente pudiera hacer frente a su trauma, con el tiempo ese entumecimiento emocional puede servir de entrada para la depresión.

Otro factor es que el trauma del abuso sexual infantil puede aumentar la probabilidad de que las sobrevivientes se sientan desconectadas no sólo de sí mismas sino también de los demás. Es posible que eviten establecer o continuar relaciones con otras personas para protegerse de más dolor, pérdida o traición. Esta soledad puede facilitar a menudo algún nivel de depresión, que aumentará los sentimientos de aislamiento y desconexión.

Muchas sobrevivientes también luchan con sentimientos de inutilidad, culpa y autodesprecio que se derivan de su abuso. Con el tiempo, estas emociones pueden desgastar el sentido de sí mismo de una persona y replantear la forma en que percibe su papel en el mundo. Basándose en el dolor, la vergüenza y la sensación de impotencia que causó el abuso, el cerebro de las sobrevivientes puede procesar y dar sentido al trauma sacando conclusiones que se convierten en creencias negativas sobre sí mismas. Estas creencias negativas refuerzan la sensación de falta de propósito que acompaña a la depresión y pueden dificultar que las sobrevivientes salgan del ciclo depresivo. Algunas de estas creencias pueden ser:

  • Yo no importo, así que nada más importa.
  • No tengo control sobre nada, igual que no lo tenía entonces. Así que, ¿para qué intentarlo?
  • Teniendo en cuenta todo el dolor que he experimentado, es mejor no sentir nada en absoluto.
  • Basándome en cómo me han tratado antes, no soy digna de amor o apoyo.
  • Siempre ocurre algo terrible. No hay nada bueno que esperar.
  • Si no puedo "manejar" mi propio trauma, está claro que no puedo manejar nada más en mi vida.

Para aprender más sobre las creencias negativas sobre uno mismo y por qué son comunes entre los sobrevivientes, visita aquí.

¿Es normal experimentar tanto la depresión como la ansiedad?

Sí. A pesar de sus estados aparentemente opuestos–siendo la ansiedad un estado de alta energía y la depresión un estado de baja energía—es común experimentar los dos síntomas como un ciclo.5 Para las sobrevivientes, este ciclo es a menudo estimulado por la ansiedad relacionada con su trauma. Debido a las experiencias aterradoras, dolorosas y confusas que sufrieron cuando eran niñas o adolescentes, el cerebro de las sobrevivientes permanecerá en un estado de hipervigilancia, siempre preparándose para cualquier señal de peligro.

Vivir con una tensión casi constante o con sentimientos de temor puede poner a prueba la mente y el corazón, y alimentar sentimientos de ansiedad que pueden persistir incluso cuando no hay ninguna amenaza. Y aunque las sobrevivientes suelen ser plenamente conscientes de que estos altos niveles de angustia ya no les sirven sino que les dificultan la vida, su ansiedad seguirá dominando gran parte de su día a día. Con esta ansiedad continua e incesante, las sobrevivientes pueden sentirse impotentes y derrotadas, lo que puede llevarlas a la depresión.

Otra forma en que la ansiedad puede conectarse con la depresión es que un sistema límbico exacerbado puede, con el tiempo, agotar tanto la mente como el cuerpo. A menudo, esta fatiga puede aumentar la probabilidad de experimentar un estado depresivo.

Cómo afrontar la depresión

La depresión puede hacer que el mundo parezca un lugar sin esperanza. Pero hay esperanza para las sobrevivientes, sin importar lo agobiante que pueda ser su depresión. Aunque la depresión es uno de los problemas de salud mental más comunes, también es uno de los más tratables. De hecho, entre el 80% y 90% de las personas que sufren depresión responden al tratamiento.2

Una vez más, te recomendamos encarecidamente que busques tratamiento lo antes posible consultando con un profesional médico. Con su orientación, podrás determinar qué recursos te serán más útiles. Y aunque la medicación es un factor importante para muchas personas que controlan la depresión, no es el único factor. El tratamiento también puede incluir terapia, grupos de apoyo y ajustes en diversas áreas de tu vida.

Estas opciones pueden parecer abrumadoras en este momento, y puede parecer imposible empezar, por lo que uno de los pasos más útiles para empezar a gestionar la depresión es reconocer en qué punto te encuentras, cómo tu trauma puede estar afectándote y qué necesitas en este momento. Esta honestidad contigo misma a veces puede resultar incómoda o dolorosa, pero al identificar cuáles son tus necesidades actuales, puedes encontrar más fácilmente soluciones para satisfacerlas.

Recursos para ayudar a gestionar la depresión

A continuación, hay tres recomendaciones de nuestra biblioteca de recursos. Cada una de estas recomendaciones son herramientas que pueden ser efectivas para ayudarte a gestionar la depresión que estás experimentando actualmente.
Portrait of a smiling girl with short laughing with her eyes closed
RECURSO DE SANACIÓN

AUTOCOMPASIÓN

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Woman dancing with headphones on her head
RECURSO DE SANACIÓN

MOVIMIENTO

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Cropped shot of a woman sleeping peacefully in her bed
RECURSO DE SANACIÓN

AFIRMACIONES PARA DORMIR

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