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¿Qué es la sextorsión?
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¿Qué es la sextorsión?
Definición
La sextorsión es una forma de abuso sexual infantil que consiste en amenazar con publicar material sexualmente explícito de la víctima a menos que se cumplan determinadas exigencias. Lo más habitual es que el agresor amenace con compartir imágenes sexuales de la víctima (reales o falsas) con el fin de obtener contenido sexual explícito adicional, contacto sexual con la víctima, dinero u otras exigencias. Aunque las imágenes íntimas son el tipo de extorsión más conocido, los sextorsionadores pueden utilizar otros medios contra la víctima, como la amenaza de compartir una captura de pantalla de una conversación íntima, un vídeo de la webcam de la víctima o información privada sobre su sexualidad. Esta última amenaza puede explicar por qué los jóvenes LGBTQ+ tienen casi tres veces más probabilidades de sufrir sextorsión que sus compañeros heterosexuales.1
La sextorsión es una de las muchas formas de abuso sexual facilitado por la tecnología que implica obtener y/o compartir imágenes sexuales sin consentimiento. Dicha distribución se comete con la intención de dañar, humillar, explotar u obtener beneficios. Lo que separa la sextorsión de otras formas más públicas de abuso facilitado por la tecnología, como el abuso sexual basado en imágenes, el acoso sexual o la pornografía vengativa, es que la sextorsión se centra en la amenaza de difundir imágenes para obtener el control sobre la víctima. Esta sensación de poder, junto con los sentimientos de impotencia infundidos en la víctima, son los principales impulsores de los daños de la sextorsión.
Estadísticas
Dado que la sextorsión sigue siendo un fenómeno relativamente nuevo, sigue sin estar claro cuántas personas se ven afectadas por este delito.2 Estudios recientes muestran que el porcentaje de adolescentes estadounidenses que sufren sextorsión está entre el 3 al 5%.3,4 Según el FBI y el Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados, el número de denuncias de sextorsión ha aumentado drásticamente, más del doble entre 2019 y 2021.5,6 Y en el año 2022, las Investigaciones de Seguridad Nacional recibieron más de 3,000 avisos de sextorsión, aunque se desconoce la cantidad de casos individuales que representa esta cifra.7
Lo que está claro es que la sextorsión es una tendencia creciente que pone en peligro a los jóvenes y se divide en dos categorías principales.2,8
Chantaje por un extraño que se conoció en línea
La primera categoría de sextorsión implica que la víctima es el blando de alguien a quien ha conocido en línea.8 En estos casos, el agresor suele entablar amistad con el joven a través de una aplicación de redes sociales, una plataforma de juego o transmisión en directo, u otro medio con función de chat. Durante este contacto inicial, es probable que el agresor utilice una identidad falsa, haciéndose pasar por alguien más joven, atractivo y normalmente del sexo opuesto, para ganarse el interés y la confianza del joven. De hecho, este tipo de engaño se utiliza en el 91% de los casos de sextorsión en los que los autores se conocen en línea.9
Al comunicarse con el joven, el agresor utilizará métodos de "grooming" como la adulación, los cumplidos, el coqueteo, los secretos compartidos y las señales de interés genuino en la vida del joven. Puede que incluso le ofrezca regalos o sobornos para establecer una buena relación.7
A continuación, el agresor pedirá al joven que le envíe una foto sugerente de sí mismo. Esta petición puede llegar tras una atracción expresa hacia el joven, un halago excesivo sobre su aspecto o incluso una imagen sexuada enviada por el agresor. Después de presionar al joven para que envíe una foto sexual, el agresor utiliza esa foto como chantaje, amenazando con compartirla en línea o con los contactos del joven a menos que cumpla una exigencia específica. Algunos agresores pueden exigir más fotos u otras formas de contenido sexual explícito. Incluso pueden exigir contacto sexual con la víctima o coaccionarla para que participe en actividades ilegales. Otros pueden exigir un pago en lo que se denomina sextorsión financiera, una tendencia en alza que se dirige cada vez más a los varones jóvenes.10
Chantaje de un conocido
Aunque el creciente interés de los medios de comunicación por la sextorsión se ha centrado en los casos de desconocidos encontrados en línea, existe un segundo tipo de sextorsión que pueden sufrir los jóvenes: ser sextorsionados por alguien que ya conocen.8 De hecho, las investigaciones demuestran que, en la mayoría de los casos, un menor es sextorsionado por alguien que ya forma parte de su vida, a menudo una pareja actual o anterior.3,8 Este tipo de sextorsión parece coincidir con la victimización en citas de adolescentes, concretamente con la amenaza de compartir fotos de la pareja para controlarla, obligarla a volver a una relación u obligarla a proporcionar más fotos después de romper.
Aunque las víctimas suelen proporcionar a sabiendas imágenes sexuales que luego se utilizan en su contra, el grado de consentimiento implicado en tal decisión puede ser objeto de debate, incluso dentro de las parejas románticas. Un estudio demostró que, aunque la mayoría de las víctimas enviaron inicialmente las imágenes a la persona que conocían (75%), muchas se sintieron presionadas a hacerlo (67%).8 Esto puede ser indicativo de la naturaleza complicada y controvertida del sexting. Porque, aunque sextear sigue siendo habitual entre los adolescentes como forma de vinculación social, expresión romántica y exploración sexual, las chicas en particular han declarado sentirse presionadas, manipuladas o coaccionadas para enviar imágenes de sí mismas, así como experimentar más consecuencias negativas como resultado.8 Una de esas consecuencias puede ser la sextorsión. Si el contenido sensible acaba siendo compartido por el chantajista, el joven también se convierte en víctima de abuso sexual basado en imágenes (el intercambio no consentido de imágenes). Dependiendo de la situación, la sextorsión también puede coincidir con la pornografía vengativa, el acoso sexual en línea, la distribución de material sexualmente explícito con menores y otras formas de abuso sexual facilitado por la tecnología.
¿Cuáles son los daños?
En aproximadamente la mitad de los casos de extorsión sexual a menores, el chantajista cumple la amenaza de divulgar el contenido sensible, publicándolo en línea o compartiéndolo con los contactos de la víctima.8 Tanto si la amenaza se cumple como si no, la extorsión sexual puede afectar a la víctima de otras formas perjudiciales. Muchas víctimas experimentan sentimientos de impotencia, vergüenza, miedo y pérdida de control.11 Algunas han manifestado sentirse atrapadas, como si no hubiera salida. Estos sentimientos de temor, preocupación y desesperanza han provocado otros efectos perjudiciales, como altos niveles de depresión, ataques de pánico, dificultades para comer, autolesiones, pensamientos suicidas y, en algunos casos muy sonados, suicidio.11,12 Estos riesgos pueden intensificarse en los casos en que el sextorsionador sigue acosando a la víctima (a veces durante un periodo de hasta seis meses), crea un perfil falso en línea sobre ella y/o la anima a hacerse daño.3,8
En los casos en que el menor es extorsionado sexualmente por alguien que ha conocido en línea, no sólo se le amenaza con chantajearle, sino que también puede perder una relación que había percibido como segura, de apoyo o incluso amorosa.10
Como ocurre con otras formas de abuso sexual infantil, la vergüenza que puede experimentar una víctima a causa de la sextorsión reduce la probabilidad de que pida ayuda. De hecho, sólo la mitad de los menores que sufren sextorsión le cuentan a alguien sobre su victimización. La mayoría se sienten demasiado avergonzados (80%) o temen meterse en problemas (68%).8 Entre las víctimas que se abren a uno de sus padres, es mucho más probable que lo cuenten las chicas (41,7%) que los chicos (28,6%).3
Cómo detener la sextorsión
La sextorsión es un delito que intenta aislar a las víctimas mediante sentimientos de vergüenza, impotencia y terror. Las víctimas no sólo pueden temer meterse en problemas con sus padres y con las fuerzas del orden, sino también que les quiten sus dispositivos, un resultado que puede sentirse como un castigo y conducir a un mayor aislamiento (FBI.gov). Lo más importante que puede hacer un padre para reducir el riesgo de que su hijo sufra sextorsión es fomentar una comunicación abierta y continua.
Los investigadores recomiendan hacer menos hincapié en el peligro con los desconocidos, teniendo en cuenta que las personas que el niño ya conoce pueden suponer una amenaza, mientras que las conexiones formadas en línea pueden conducir a relaciones sanas y significativas. Más bien, se anima a los padres a que enseñen y modelen cómo son las relaciones sanas, tanto si se establecen en persona o en línea, y tanto si se trata de una relación de conocidos, de amistad o de romance.4,13 A medida que los jóvenes conozcan mejor lo que constituye una relación sana -incluidas la autenticidad, la franqueza, la comunicación y el respeto por los límites- serán más capaces de identificar situaciones e interacciones que puedan ponerlos en peligro. También estarán más preparados para mantener límites saludables, así como para desviar las demandas y resistir las presiones que pretendan violar esos límites. También serán más capaces de navegar a través de situaciones abusivas como la sextorsión, cesando el contacto, buscando ayuda y reconociendo que no tienen la culpa. Los jóvenes buscarán ese apoyo si ya tienen la seguridad de que sus padres son personas seguras y dignas de confianza a las que pueden acudir, sea cual sea el problema al que se enfrenten. Si los padres tienen un historial de responder en lugar de reaccionar, y han mantenido líneas de comunicación abierta sobre todo tipo de temas delicados o difíciles, será menos probable que el niño o el adolescente se aísle si es objeto de un ataque.
Junto con la comunicación abierta y el modelado de relaciones sanas, los padres también pueden enseñar y modelar límites saludables con la tecnología. Pueden educar a sus hijos sobre la ciudadanía digital y los riesgos que conlleva vivir en la era digital, incluido el riesgo de sextorsión. Los padres pueden aconsejar a sus hijos que sean selectivos con lo que comparten con los demás -en línea y fuera de línea- y que sean conscientes de que la gente puede hacerse pasar por cualquiera en línea. También pueden establecer límites en cuanto al tiempo que pasan frente a la pantalla y el uso de Internet, vigilar o controlar los dispositivos, saber qué aplicaciones y plataformas de redes sociales utilizan sus hijos y ser conscientes de con quién se comunican.
Señales de advertencia
Los padres también pueden estar atentos a las señales de advertencia de la sextorsión y otras formas de abuso sexual infantil, facilitadas por la tecnología o de otro tipo. Estas señales pueden incluir un retraimiento de los intereses y actividades generales, aislamiento de los demás, aumento de los niveles de ansiedad y/o depresión, agresividad, robo de dinero, negarse a discutir lo que hacen en línea y/o con quién se comunican, y estar constantemente agitados o nerviosos.
¿Qué hago si ya ha ocurrido algo?
Si tu hijo ya ha sido víctima de sextorsión, es importante:
- Bloquear toda comunicación posterior con el sextorsionador.
- Denunciar la cuenta al sitio web o plataforma donde el sextorsionador estableció contacto.
- Evitar enviar dinero si el sextorsionador exige un pago.
- Conservar todos los mensajes, fotos y otras comunicaciones relacionadas como prueba para la acusación.
- Denunciar el incidente a las autoridades. También puedes considerar la posibilidad de utilizar la CyberTipline del Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados (NCMEC).
- Abstenerte de quitarle el dispositivo al menor, ya que esto puede infundirle sentimientos adicionales de vergüenza y aislamiento.
- Ofrecerle apoyo, empatía y seguridad, asegurándole que no es culpa suya.
- Poner al niño en contacto con recursos profesionales que le ayuden a gestionar cualquier impacto angustioso.
Recursos
Puedes obtener más información sobre la sextorsión visitando Thorn.org, Amaze.org, el Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados, and FBI.gov. Para más información sobre cómo proteger a los niños de tu vida contra el abuso sexual, te invitamos a explorar los recursos de prevención de abuso sexual de Saprea.
Sobre el autor/a
Breeann Allison
Estratega de Investigación y Desarrollo de Programas
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El estigma del abuso sexual infantil y cómo combatirlo
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El estigma del abuso sexual infantil y cómo combatirlo
En tu jornada de sanación, puede que te encuentres con personas que reaccionan ante tus experiencias de forma inapropiada o incluso hiriente. Estas reacciones, intencionadas o no, pueden hacerte sentir acomplejada, avergonzada o desanimada. Pueden hacerte sentir juzgada o criticada. Una reacción dolorosa cuando revelas tu abuso puede provocar un retroceso en tu jornada de sanación, haciendo que te preguntes si deberías seguir compartiendo tu historia con otras personas.
Por muy dañinas que puedan ser ciertas reacciones, los estigmas sobre el abuso sexual infantil NO te definen ni determinan tu jornada como sobreviviente.
¿Qué es el estigma y de dónde viene?
"Estigma" es cuando una persona o un grupo de personas asignan una connotación negativa a otra persona o grupo de personas, basándose en una serie de creencias, perspectivas o prejuicios.
Hay muchas variables que pueden influir en la actitud de una persona hacia el abuso sexual infantil. Una persona puede tener su propia historia de traumas que no haya resuelto, puede ser ignorante sobre cómo responder adecuadamente o puede haber sido influida por otros mitos culturales. Aunque la reacción de alguien sea bienintencionada, puede ser equivocada y, en última instancia, dejarte descorazonada o incluso detonada.
Sentirte afectada por la reacción de alguien a tu revelación o por otros mensajes de los medios de comunicación o de la cultura popular no te hace débil, inestable o impotente. No significa que estés mal equipada o que hayas retrocedido de algún modo en tu jornada de sanación. El hecho es que eres fuerte, capaz y resiliente. El hecho de que hayas sobrevivido, estés aquí leyendo esto y te estés enfrentando a tus demonios es una prueba de tu valor y fortaleza. Eres un modelo de resiliencia y una poderosa luchadora, pues eliges afrontar y reconciliarte con el trauma que has soportado.
Pero no importa en qué punto de tu jornada de sanación te encuentres, la ignorancia de los demás puede seguir siendo dolorosa. Puedes encontrarte con este tipo de desinformación no sólo en las reacciones de los demás, sino también en los mensajes de las redes sociales, la cobertura de las noticias, las conversaciones públicas, las representaciones de los medios de comunicación, etc. Estos mensajes hirientes y detonantes proceden de estigmas que han rodeado a los abusos sexuales durante años. Estos estigmas han dado lugar a percepciones anticuadas y erróneas, o mitos culturales. Estos mitos culturales ("ella se lo buscó", "las pasiones de los hombres son incontrolables", "no se puede abusar sexualmente de los chicos varones") y sus problemáticos efectos dominó fueron abordados por primera vez por sociólogos y feministas en la década de 1970. En 1975, varios investigadores teorizaron que los mitos culturales en torno al abuss sexual servían para justificar, restar importancia e incluso perpetuar la agresión inapropiada y los comportamientos tóxicos.1
Estos mitos siguen influyendo en nuestra cultura actual. Por ejemplo, pueden reforzar ciertas barreras o prejuicios del sistema judicial que aumentan la probabilidad de que no se crea a las sobrevivientes o de que los perpetradores queden impunes. Esta desinformación también puede contribuir a una respuesta ignorante o desdeñosa ante la revelación de un abuso sexual, una publicación errónea en Facebook, una noticia sensacionalista sobre acusaciones falsas o representaciones perjudiciales de las relaciones familiares en un programa de televisión.
Uno de los efectos más perjudiciales de los estigmas del abuso sexual es que los sobrevivientes tienen demasiado miedo de revelar sus abusos y buscar ayuda, en gran parte debido al temor a cómo reaccionarán los demás.2 Pero si compartes tu historia y tu resiliencia, darás esperanza y aliento al sobreviviente silencioso. Con tu ejemplo, otros se sentirán lo bastante seguros y envalentonados para romper su silencio y buscar ayuda, sin importar las críticas que puedan recibir.
Por supuesto, solo por que sigan existiendo estos estigmas no significa que todo el mundo los acepte o los refuerce. Afortunadamente, gracias a los esfuerzos de sobrevivientes, de quienes los apoyan, terapeutas, investigadores, legisladores y organizaciones de apoyo, se sigue avanzando a medida que aumenta la concienciación y la educación sobre los abusos sexuales.
Aunque los mensajes erróneos y las opiniones mal informadas pueden ser hirientes, hay formas de combatirlos mientras continúas tu jornada de sanación.
01
SI TE SIENTES DETONADA, UTILIZA TÉCNICAS DE CONEXIÓN.
02
RECONOCE QUE LA REACCIÓN HIRIENTE DE OTRA PERSONA TIENE QUE VER CON ELLA, NO CONTIGO.
03
BUSCA APOYO EMOCIONAL EN LAS PERSONAS EN LAS QUE CONFÍAS.
04
ESCRIBE EN UN DIARIO SOBRE LA EXPERIENCIA.
05
BUSCA OTRAS PERSPECTIVAS.
06
DISTÁNCIATE DE LOS ENTORNOS TÓXICOS.
07
RECUERDA QUE TIENES EL CONTROL DE TU PROPIA HISTORIA.
Conclusión
Sí, los estigmas que rodean al abuso sexual infantil siguen existiendo. Y pueden perpetuar la desinformación, los estereotipos anticuados y las reacciones equivocadas. Pero lo que no pueden hacer es quitarte el valor, la resistencia y la fuerza. Por muy desalentadoras que puedan ser las opiniones estigmatizadas y equivocadas, no pueden silenciar tu voz. El estigma que rodea a los abusos sexuales se está desmoronando y seguirá haciéndolo, conversación a conversación. Y tú tienes el poder de hacer que eso ocurra.
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Acoso sexual en línea
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Acoso sexual en línea
Ana no puede creer que, de entre todas las chicas de la escuela, David quiera salir con ella, una estudiante de séptimo grado con granos en la cara que se enamoró de él la primera vez que jugaban al escondite. Ana nunca ha tenido novio, así que cuando David le envía una foto desnudo y le pide una a cambio, ella se ríe y envía un emoji sugestivo como respuesta. Pero cuando David empieza a burlarse de ella diciendo que es "demasiado rígida" y no tan divertida como otras chicas con las que ha salido, Ana finalmente cede y le envía la foto. No le parece bien, pero no quiere que David la deje por ser muy aburrida. Además, en la foto lleva sostén y ropa interior, así que no es para tanto. Y bueno, puede que esté chupando una paleta en la foto, pero es solo una broma, como el emoji.
Una semana después, Ana descubre que David compartió la foto con un grupo de amigos de su equipo de fútbol. Unos días más tarde, la novia de uno de los jugadores crea un perfil falso de Ana en las redes sociales con la foto semi desnuda como imagen de perfil. Muchos compañeros de clase comentan en el perfil sobre el cuerpo de ella, su necesidad de atención y su conducta promiscua. Algunos incluso comparten fotos de compañeras de clase a las que consideran más atractivas que Ana e invitan a los demás a votar a favor o en contra de cada foto.
Asustada, Ana no sabe qué hacer. No quiere contárselo a ninguno de los adultos en su vida, especialmente a sus padres. Seguramente no volverán a verla de la misma manera. Incluso puede que le quiten el teléfono celular, que es el único salvavidas de Ana para comunicarse con los pocos amigos que le quedan. Y además, ¿acaso no es culpa suya por enviarle la foto a David? Eso es lo que probablemente diría la policía.
Ana empieza a preguntarse si se merece todo este acoso y humillación. Avergonzada y abrumada, decide no contárselo a nadie. En cambio, finge estar enferma para no encontrarse con sus compañeros en la escuela. Cuando David le pide que le envíe otra foto, esta vez totalmente desnuda, lo hace, porque, la verdad, después de todo, es un milagro que él aún quiera tener algo que ver con ella.
La tecnología y los jóvenes de hoy
La tecnología y los medios digitales se han convertido en parte integrante de la vida cotidiana en todo el mundo. El acceso a teléfonos móviles inteligentes, computadoras portátiles, tabletas y otros dispositivos de Internet está generalizado, y tiene un papel central en la educación, el entretenimiento, el empleo y la conexión social. Esto ocurre especialmente en el caso de los niños y los adolescentes. De hecho, se estima que uno de cada tres niños en el mundo ya es usuario de la Red.1 En Estados Unidos el 95% de los adolescentes declaran poseer un teléfono móvil inteligente o tener acceso a uno. Además, el 45% de los adolescentes declaran que están en línea casi constantemente.2
Este acceso generalizado proporciona a los jóvenes oportunidades emocionantes de rendimiento académico, autodescubrimiento, autoexpresión y conexión social. Los adolescentes consideran a la tecnología, sobre todo a las redes sociales, el mérito de mejorar su capacidad para:3
- Fortalecer las amistades.
- Interactuar con diversas voces y puntos de vista.
- Concienciar sobre causas que les importan.
- Recibir apoyo en tiempos difíciles.
- Sentirse más conectados con las personas de su vida.
Muchos creen también que la tecnología digital proporciona un espacio seguro para conocer e interactuar con personas que tienen intereses, aficiones y antecedentes similares.3 Este es especialmente el caso de los jóvenes que se identifican como LGBTQ+ y buscan establecer conexiones sociales y románticas.4 La tecnología y los medios digitales también pueden proporcionar a los jóvenes información y educación sobre la salud y el desarrollo sexual que de otro modo no habría estado disponible, sobre todo entre las personas de ingresos bajos.5
Junto con estos innumerables beneficios, el mayor acceso a los dispositivos de Internet también presenta nuevos riesgos para los jóvenes. Uno de estos riesgos es el acoso sexual en línea, como el que experimentó Ana.
Definición de acoso sexual en línea
El acoso sexual en línea es utilizar el contenido sexual—como imágenes, videos o publicaciones—como arma para hostigar, explotar, humillar, angustiar, coaccionar o amenazar. Puede incluir una variedad de conductas sexuales no deseadas y puede ocurrir en cualquier plataforma digital, aunque es particularmente prominente en las aplicaciones y plataformas que ofrecen transmisiones en vivo no supervisadas, contenido compartido y mensajería directa (Facebook, Instagram, Snapchat, YouTube).6
Las víctimas de acoso sexual en línea suelen experimentar sentimientos de soledad, miedo, vergüenza, dolor y exclusión. Lamentablemente, estos sentimientos pueden ser difíciles de evitar aun en la privacidad de una habitación u otros espacios personales, debido a la naturaleza intrusiva y siempre presente de la comunicación en línea.
Aunque incluye una gran variedad de comportamientos, el acoso sexual en línea puede dividirse en cuatro categorías principales:6
- Difusión no consentida de imágenes y videos íntimos
- Explotación, coacción y amenazas
- Acoso sexualizado
- Sexualización no deseada
Difusión no consentida de imágenes y videos íntimos
Este tipo de acoso en línea se basa en la tendencia creciente de sextear. Sextear consiste en crear y compartir contenido generado por uno mismo, como imágenes, videos o mensajes de texto sexuales.7 Puede variar desde contenido explícito, como fotos de desnudos o videos de actos sexuales, hasta fotos de desnudos parciales, poses eróticas y otras sugerencias sexuales.
Para muchos adolescentes, sextear se considera un medio para coquetear, excitar, experimentar y explorar relaciones e identidades sexuales. Sin embargo, incluso en el contexto de una interacción "consentida" entre dos adolescentes, la legitimidad de ese consentimiento es discutible. Las chicas, en particular, suelen sentirse más coaccionadas o presionadas para sextear con un compañero a causa de las normas y expectativas de género. Las presiones relacionadas con el sexteo también son comunes entre los jóvenes LGBTQ+, que a menudo dependen más de las interacciones en línea para explorar su sexualidad.8
Sin embargo, aunque se comparta una imagen sexteada durante una interacción consentida (o percibida como consentida)entre dos personas, esa imagen podría ser reenviada a otras personas sin el consentimiento del remitente. Eso es lo que se conoce como la difusión no consentida de imágenes, o abuso sexual basado en imágenes.
Pero ¿por qué participa un adolescente en este tipo de abuso? Un motivo puede ser ganar aceptación o estatus entre sus compañeros.4 También puede motivarles el deseo de chismear, sentirse más integrados y participar más en la conversación en línea.9 Los adolescentes varones en particular, han declarado que el motivo por la que participaban en el abuso sexual basado en imágenes era para impresionar a sus amigos y demostrar su masculinidad y competencia sexual.10
Independiente de la edad o el sexo, no es raro que los adolescentes muestren una actitud de indiferencia hacia el abuso sexual basado en imágenes. Por ejemplo, en un estudio, casi una cuarta parte de los adolescentes declararon que habían reenviado una imagen sexteada como broma, y en una muestra de adolescentes que habían recibido una imagen reenviada, el 72% dijeron que no hicieron nada.8
Otro motivo del abuso sexual basado en imágenes es la "pornovenganza", o vengarse de un ex tras el fin de la relación.11 Sin embargo, la difusión no consentida de imágenes no solo se da entre parejas románticas y ex, sino que puede ser perpetrado por un compañero de clase, un amigo, un conocido o un desconocido quien puede estar motivado por el deseo de hacer daño, manipular, hostigar o acosar.
Explotación, coacción y amenazas
Estos motivos también son comunes en la segunda categoría de acoso sexual en línea, que tiene que ver con la explotación, la coacción y las amenazas. En esta categoría, comportamientos como el abuso sexual basado en imágenes también se pueden emplear como una forma de chantaje, en la que se obliga a la víctima a hacer algo para evitar que su actividad sexual documentada (real o falsa) salga a la luz. Esta forma de explotación es un ejemplo de chantaje sexual (o sextorsión).11 En estos casos, la víctima puede ser obligada a participar en comportamientos sexuales, como crear y compartir contenido sexual adicional.
Por ejemplo, un adolescente puede sentirse coaccionado o amenazado para compartir una foto desnudo si la persona que le hostiga ya tiene información o contenido privado que la víctima no quiere que se difunda. Este contenido puede variar desde detalles sobre la sexualidad de la víctima o experiencias sexuales pasadas hasta una imagen desnuda ya compartida o una captura de pantalla de una conversación sexual. En el caso de Ana, ella envía otra foto a David porque le preocupa que difunda más conversaciones privadas si no accede.
En otros casos, la víctima puede sentirse obligada a realizar pagos o hacer favores específicos para apaciguar al chantajista. También puede recibir amenazas además de la difusión de contenido privado, como la amenaza de ser hackeado, “doxeado” (en la que la información de contacto se hace pública), o abusado sexualmente (en persona o en línea).
Acoso sexualizado
Mientras la extorsión se utiliza para coaccionar a alguien a hacer algo específico bajo presión, el acoso sexualizado puede incluir una gama más amplia de comportamientos y motivaciones. Este tipo de acoso utiliza el contenido sexual como arma para humillar, degradar, deshumanizar o discriminar a alguien. Puede variar desde simplemente poner "me gusta" o comentar en una publicación, hasta compartir contenido que incite al hostigamiento y acoso.
A menudo, el acoso sexualizado implica agresión y hostilidad y está motivado por el deseo de hacer daño, de vengarse, de tomar represalias por un acoso anterior o de excluir a otros del grupo.7 Esto ocurre especialmente en los casos de "incitación al odio", o el uso de lenguaje sexual discriminatorio hacia miembros de grupos raciales o sexuales minoritarios. También puede incluir el ciberacoso, la difusión de rumores en línea sobre el comportamiento sexual de alguien, la creación de un perfil falso para hacerse pasar por otra persona o la "revelación" de la orientación sexual o la identidad de género de alguien sin su consentimiento.6
Aunque las venganzas personales suelen impulsar este tipo de comportamiento, el acoso sexualizado también puede resultar de una broma que ha ido demasiado lejos o de cruzar un límite con el fin de impresionar, divertir o ganar aceptación entre los compañeros. Dado que las "bromas sexuales" ocupan un lugar central en muchos coqueteos, interacciones y otras experiencias de vinculación entre los jóvenes, puede resultarles difícil distinguir entre las bromas juguetonas y el acoso dañino.6 Esto ocurre especialmente cuando entra en juego la dinámica del grupo y el joven se siente presionado para complacer o entretener al resto del grupo. En estos casos, los adolescentes también pueden sentirse alentados por lo que se denomina "efecto de desinhibición en línea", que se refiere a comportamientos que las personas realizan en línea y que nunca harían en persona.
Sexualización no deseada
Esta falta de inhibición también puede contribuir a la cuarta categoría de acoso sexual en línea: la sexualización no deseada, que implica enviar a alguien contenido sexual no deseado en línea. Este contenido puede ser un comentario sexual publicado en la foto de alguien, una imagen sexual, un emoji, un mensaje, una broma o una petición. Puede ocurrir en un espacio privado, como un avance no deseado en un mensaje directo, o en uno público, como en un grupo de chat o en el perfil de alguien en las redes sociales.
Este tipo de sexualización también puede incluir compartir contenido sobre la víctima con otras personas con la intención de sexualizarla u objetualizarla. Algunos ejemplos de esto pueden incluir alterar la foto de alguien para que parezca más sexual y luego publicar esa foto en un espacio público. También puede consistir en publicar una foto de alguien y hacer comentarios sexuales sobre esa foto o incitar a otras personas a que califiquen el atractivo de la persona. Las chicas corren un riesgo especialmente alto de sufrir este tipo de acoso en línea, que a menudo refuerza los estereotipos, los supuestos derechos y las expectativas de género.6
Al igual que el acoso sexualizado puede ser el resultado de una broma que va demasiado lejos, la sexualización no deseada puede ser el resultado de intentos equivocados de halagar, adular o coquetear. A pesar de estas intenciones, la sexualización no deseada hace que la otra persona se sienta degradada, avergonzada, violada u objetualizada, y demuestra una falta de comprensión de los límites, preferencias y sentimientos personales. También puede ser consecuencia de que estos comportamientos se hayan normalizado, lo que lleva a una falta de seriedad o de comprensión sobre cómo la sexualización no deseada, junto con otros tipos de acoso sexual en línea, puede afectar a la víctima.12
Efectos del acoso sexual en línea
Estos impactos pueden afectar muchos aspectos de la vida de un joven. En el aspecto legal, un adolescente que sextea una imagen autogenerada puede ser acusado de distribución de "pornografía infantil". Otros participantes, como los que recibieron o reenviaron las imágenes, también pueden ser procesados. De hecho, en algunos estados, un adolescente que ha participado en el sexteo puede ser acusado como delincuente y como víctima. Además de las repercusiones legales, los jóvenes que han sido víctimas de la difusión de imágenes sexuales o información confidencial también corren el riesgo de quedar excluidos de ciertas oportunidades de empleo y educación.5
A nivel más personal, el acoso sexual en línea puede afectar gravemente al bienestar mental y emocional. de un joven. Las víctimas luchan a menudo con sentimientos de vergüenza, impotencia y remordimiento, en algunos casos hasta el punto de que ya no quieren ir a la escuela y enfrentarse a sus compañeros, como en el caso de Ana.9 Su humillación puede intensificarse por el hecho de que, en los casos de contenido compartido sin consentimiento, a menudo se culpa al remitente de la imagen, en lugar de a la persona que la compartió.6 Como resultado, las víctimas pueden experimentar mayor depresión, ansiedad, autolesión, acoso y hostigamiento en persona y otras formas de victimización, tanto en línea como fuera de ella. Esto es especialmente cierto en el caso de las chicas, que suelen sufrir más consecuencias negativas por sextear que los chicos.10
Cada uno de estos efectos puede resurgir o prolongarse si el contenido se vuelve a compartir en línea en otro momento, lo que puede dar lugar a la revictimización.6
Y, a pesar de estas repercusiones, los jóvenes suelen tener mucho miedo para denunciar cuando sufren acoso sexual en línea. Muchos se sienten demasiado avergonzados para buscar ayuda o les preocupa que la denuncia del acoso sólo les hará más vulnerables.6 También existe el miedo de que se les eche la culpa del acoso que han sufrido, y de que los adultos respondan limitando o eliminando por completo su acceso a los dispositivos de Internet. Estas acciones no solo serán consideradas como un castigo por la víctima (y, por tanto, como una confirmación de que es culpable), sino que la privarán de su principal medio de conexión social en un momento en el que ya se siente vulnerable y excluida.13
¿Qué puedo hacer frente al acoso sexual en línea?
Dado que el mundo digital se ha convertido en una parte esencial del mundo actual, los padres pueden intentar comprender mejor las conexiones, experiencias e interacciones que sus hijos tienen en línea. También pueden mantener conversaciones con sus hijos sobre cómo navegar con seguridad por este mundo digital y sobre los riesgos y responsabilidades que implica dejar una huella digital. Por ejemplo, los niños pueden pensar que son la excepción a la regla y que los riesgos de compartir información y fotos íntimas no se aplican a ellos. También pueden tener una falsa sensación de invencibilidad, sobre todo con aplicaciones como Snapchat, en las que se supone que todo lo que se comparte con los demás se borra inmediatamente sin que nadie haga una captura de pantalla.
Además de hablar de los riesgos, los padres pueden fomentar conversaciones continuas y abiertascon sus hijos sobre comportamientos y relaciones sanas, tanto en línea como fuera de ella. Esto podría incluir temas relacionados con la presión social, los límites, los principios del consentimiento, los estereotipos de género, la comunicación saludable, el desarrollo sexual, la permanencia del contenido en línea y lo que constituye acoso. Puede ser particularmente útil hablar con los niños sobre las repercusiones a largo plazo que el acoso sexual—en línea o fuera de línea—puede tener en otras personas.
Los padres pueden plantearse diferentes situaciones y preguntar a sus hijos cómo responderían en cada una de ellas, y cómo se sentirían las otras personas implicadas. Las investigaciones indican que este tipo de juego de roles puede resultar más eficaz que establecer reglas y consecuencias.6 Además, dado que la tecnología se ha entrelazado con otras áreas de la vida cotidiana, los padres también pueden considerar que la seguridad digital y la seguridad general son lo mismo. Por ejemplo, los padres podrían incorporar los aspectos digitales de las relaciones—como los mensajes de texto y el intercambio de imágenes—a cualquier conversación que mantienen con sus hijos adolescentes sobre el amor, las citas y la educación sexual.
En los casos en que un niño o adolescente ya ha sido víctima de acoso sexual (en línea o fuera de línea), es crucial que los padres respondan con comprensión, compasión y apoyo, en lugar de vergüenza o juicio. Limitar o reducir el acceso del joven a los dispositivos de Internet no solo reforzará la culpa, sino que reducirá gravemente las posibilidades de que el joven acuda a los padres en busca de ayuda en situaciones futuras. Por el contrario, los padres deben tratar de comprender lo que el niño ha sufrido y los detalles específicos de la situación.6 A través de esta actitud abierta y empática, los padres pueden responder mejor al acoso sexual en línea, evitar que se repitan incidentes en el futuro y empoderar a sus hijos para que confíen en ellos cuando ocurra algo.
Otras formas en que los padres pueden ayudar a reforzar la seguridad digital de sus hijos incluyen:
- Enseñar al niño las características fundamentales de las relaciones sanas, como el respeto, el consentimiento, la autenticidad y la honestidad. Esto incluye explicar a los jóvenes, especialmente a los varones heterosexuales, la importancia de borrar las fotos de un ex por respeto y para eliminar cualquier tentación o presión de compartir esas fotos con otros.
- Explicar al niño cómo el sexting puede perturbar una relación sana, sobre todo cuando entran en juego dinámicas de poder, presiones sociales y estereotipos de género.
- Aprender sobre los comportamientos de riesgo en línea y enseñar al niño como esos comportamientos pueden perjudicar a todos los implicados.
- Modelar hábitos saludables sobre el uso de las redes sociales y el tiempo frente a la pantalla.
- Preguntar al niño sus dudas, preocupaciones y curiosidades relacionadas con las interacciones y comportamientos en línea.
- Asegurar al niño que su seguridad y bienestar es lo más importante, más que su reputación.
A medida que los padres abordan y modelan de forma proactiva los límites, la comunicación y el consentimiento saludables—tanto en línea como fuera de ella—los niños y adolescentes estarán mejor preparados para conectar con los demás de forma saludable y convertirse en usuarios de internet seguros y responsables en la era digital.
Para obtener más información sobre la seguridad digital y cómo preparar mejor a tus hijos para los riesgos que encontrarán en línea, visita Thorn.org, Amaze.org, NoFiltr.org, y CommonSense Education. Además, si tú o alguien que conoces es sobreviviente de abuso sexual infantil, aquí puedes obtener más información sobre los recursos de sanación de Saprea.
Sobre el autor/a
Breeann Allison
Estratega de Investigación y Desarrollo de Programas
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¿No eres padre? Cómo puedes prevenir el abuso sexual infantil
Cleo estaba en su descanso para almorzar cuando escuchó una escalofriante estadística: Según un estudio publicado por el Centro para el Control de Enfermedades (CDC), 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 6 niños son abusados sexualmente antes de los 18 años en los Estados Unidos.1
Escuchar estos números fue como un puñetazo en el estómago de Cleo. ¿Cómo podemos vivir en un mundo donde suceden cosas tan horribles? ella se preguntó. Se preguntó si los padres podrían ser más proactivos en la protección de sus hijos. Se preguntó si los niños serían capaces de reconocer comportamientos inapropiados provenientes de adultos u otros niños. Se preguntó si la cantidad de personas que quieren proteger a los niños supera en número a aquellos que tratan de lastimarlos.
Cleo no se daba cuenta de que podía ser una de esas personas, una defensora de la inocencia. Ella no es madre. No es maestra. No tiene un trabajo que implique trabajar con niños. De hecho, ella realmente no ve niños tan a menudo en su día a día. Entonces, ¿cómo puede Cleo, alguien que apenas interactúa con los niños, ser una protectora y defensora contra el abuso sexual infantil?
Cleo se dio cuenta de que tenía conexiones en su vida con los niños. No tenía hijos propios, pero tenía dos sobrinas y tres sobrinos. No trabajaba directamente con niños, pero tres de sus compañeros de trabajo eran padres. También había varias familias en su vecindario con niños pequeños. Ella estaba vagamente familiarizada con los padres y veía a sus hijos jugando en los patios cercanos de vez en cuando.
Cleo se dio cuenta de que cada uno de estos niños en su vida corría algún grado de riesgo. Cada uno de estos niños, no importa cuán sanos y felices parecieran, necesitaba defensores contra el abuso sexual infantil. Este descubrimiento le dio a Cleo un mayor sentido de responsabilidad y una mayor consciencia de su papel en la comunidad.
Por qué deberías preocuparte
Entonces, ¿cómo puedes ayudar?
01
SÉ CONSCIENTE
02
MANTENTE ATENTO
03
CORRE LA VOZ
04
DONAR O SER VOLUNTARIO
05
SÉ UN EJEMPLO POSITIVO
¿Recuerdas a algún adulto que tuvo un impacto positivo en tu infancia? ¿Adultos que no eran tus padres pero a los que admiraste y con quienes te sentiste seguro? En 2018, un equipo de investigadores analizó el impacto de las experiencias positivas de la vida temprana en adultos que habían soportado una infancia difícil. En este estudio, se hizo a los participantes una serie de preguntas, incluyendo:2
- ¿Tenías al menos un maestro que se preocupaba por ti?
- ¿Tenías buenos vecinos?
- ¿Había un adulto (no un padre/cuidador) que pudiera proporcionarte apoyo o consejo?
Según los hallazgos, los niños con apegos saludables en su comunidad, incluidas las influencias positivas de los adultos que no eran sus padres, tienen un mayor potencial para desarrollar resiliencia frente a la adversidad. Como adulto, tú puedes ser esa influencia positiva para un niño. Si actualmente tienes relaciones significativas con los niños, fomenta la comunicación abierta con ellos. Hazles saber que pueden confiar en ti como un adulto de confianza y que escucharás sin juicio. Este ejemplo de receptividad y respeto también puede extenderse a las familias y a los cuidadores. A través de tus acciones, haz hincapié en la importancia de la concienciación y la prevención. Asegúrate de que los espacios a los que asistes o creas sean seguros. Establece y respeta los límites apropiados, no sólo hacia los niños, sino también hacia los adultos. Si descubres que un niño en tu vida ha sido abusado, ofrece apoyo al niño y a su familia como puedas.