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¿Qué es la sextorsión?

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"Envíame otra foto, esta vez más sexy. O enviaré la que ya tengo a todos tus conocidos". 
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"Por 500 dólares, puedes hacer que todo esto desaparezca". 
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"No querrás que esto se difunda por toda la escuela, ¿verdad?". 
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"Si se lo cuentas a la policía, te detendrán por enviarme pornografía infantil". 
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"Quizá deberías haber tenido más cuidado con las fotos que enviaste antes de dejarme". 

Definición

La sextorsión es una forma de abuso sexual infantil que consiste en amenazar con publicar material sexualmente explícito de la víctima a menos que se cumplan determinadas exigencias. Lo más habitual es que el agresor amenace con compartir imágenes sexuales de la víctima (reales o falsas) con el fin de obtener contenido sexual explícito adicional, contacto sexual con la víctima, dinero u otras exigencias. Aunque las imágenes íntimas son el tipo de extorsión más conocido, los sextorsionadores pueden utilizar otros medios contra la víctima, como la amenaza de compartir una captura de pantalla de una conversación íntima, un vídeo de la webcam de la víctima o información privada sobre su sexualidad. Esta última amenaza puede explicar por qué los jóvenes LGBTQ+ tienen casi tres veces más probabilidades de sufrir sextorsión que sus compañeros heterosexuales.1

La sextorsión es una de las muchas formas de abuso sexual facilitado por la tecnología que implica obtener y/o compartir imágenes sexuales sin consentimiento. Dicha distribución se comete con la intención de dañar, humillar, explotar u obtener beneficios. Lo que separa la sextorsión de otras formas más públicas de abuso facilitado por la tecnología, como el abuso sexual basado en imágenes, el acoso sexual o la pornografía vengativa, es que la sextorsión se centra en la amenaza de difundir imágenes para obtener el control sobre la víctima. Esta sensación de poder, junto con los sentimientos de impotencia infundidos en la víctima, son los principales impulsores de los daños de la sextorsión.

Estadísticas

Dado que la sextorsión sigue siendo un fenómeno relativamente nuevo, sigue sin estar claro cuántas personas se ven afectadas por este delito.2 Estudios recientes muestran que el porcentaje de adolescentes estadounidenses que sufren sextorsión está entre el 3 al 5%.3,4 Según el FBI y el Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados, el número de denuncias de sextorsión ha aumentado drásticamente, más del doble entre 2019 y 2021.5,6 Y en el año 2022, las Investigaciones de Seguridad Nacional recibieron más de 3,000 avisos de sextorsión, aunque se desconoce la cantidad de casos individuales que representa esta cifra.7

Lo que está claro es que la sextorsión es una tendencia creciente que pone en peligro a los jóvenes y se divide en dos categorías principales.2,8

Chantaje por un extraño que se conoció en línea

La primera categoría de sextorsión implica que la víctima es el blando de alguien a quien ha conocido en línea.8 En estos casos, el agresor suele entablar amistad con el joven a través de una aplicación de redes sociales, una plataforma de juego o transmisión en directo, u otro medio con función de chat. Durante este contacto inicial, es probable que el agresor utilice una identidad falsa, haciéndose pasar por alguien más joven, atractivo y normalmente del sexo opuesto, para ganarse el interés y la confianza del joven. De hecho, este tipo de engaño se utiliza en el 91% de los casos de sextorsión en los que los autores se conocen en línea.9

Al comunicarse con el joven, el agresor utilizará métodos de "grooming" como la adulación, los cumplidos, el coqueteo, los secretos compartidos y las señales de interés genuino en la vida del joven. Puede que incluso le ofrezca regalos o sobornos para establecer una buena relación.7

A continuación, el agresor pedirá al joven que le envíe una foto sugerente de sí mismo. Esta petición puede llegar tras una atracción expresa hacia el joven, un halago excesivo sobre su aspecto o incluso una imagen sexuada enviada por el agresor. Después de presionar al joven para que envíe una foto sexual, el agresor utiliza esa foto como chantaje, amenazando con compartirla en línea o con los contactos del joven a menos que cumpla una exigencia específica. Algunos agresores pueden exigir más fotos u otras formas de contenido sexual explícito. Incluso pueden exigir contacto sexual con la víctima o coaccionarla para que participe en actividades ilegales. Otros pueden exigir un pago en lo que se denomina sextorsión financiera, una tendencia en alza que se dirige cada vez más a los varones jóvenes.10

Chantaje de un conocido

Aunque el creciente interés de los medios de comunicación por la sextorsión se ha centrado en los casos de desconocidos encontrados en línea, existe un segundo tipo de sextorsión que pueden sufrir los jóvenes: ser sextorsionados por alguien que ya conocen.8 De hecho, las investigaciones demuestran que, en la mayoría de los casos, un menor es sextorsionado por alguien que ya forma parte de su vida, a menudo una pareja actual o anterior.3,8 Este tipo de sextorsión parece coincidir con la victimización en citas de adolescentes, concretamente con la amenaza de compartir fotos de la pareja para controlarla, obligarla a volver a una relación u obligarla a proporcionar más fotos después de romper.

Aunque las víctimas suelen proporcionar a sabiendas imágenes sexuales que luego se utilizan en su contra, el grado de consentimiento implicado en tal decisión puede ser objeto de debate, incluso dentro de las parejas románticas. Un estudio demostró que, aunque la mayoría de las víctimas enviaron inicialmente las imágenes a la persona que conocían (75%), muchas se sintieron presionadas a hacerlo (67%).8 Esto puede ser indicativo de la naturaleza complicada y controvertida del sexting. Porque, aunque sextear sigue siendo habitual entre los adolescentes como forma de vinculación social, expresión romántica y exploración sexual, las chicas en particular han declarado sentirse presionadas, manipuladas o coaccionadas para enviar imágenes de sí mismas, así como experimentar más consecuencias negativas como resultado.8 Una de esas consecuencias puede ser la sextorsión. Si el contenido sensible acaba siendo compartido por el chantajista, el joven también se convierte en víctima de abuso sexual basado en imágenes (el intercambio no consentido de imágenes). Dependiendo de la situación, la sextorsión también puede coincidir con la pornografía vengativa, el acoso sexual en línea, la distribución de material sexualmente explícito con menores y otras formas de abuso sexual facilitado por la tecnología.

¿Cuáles son los daños?

En aproximadamente la mitad de los casos de extorsión sexual a menores, el chantajista cumple la amenaza de divulgar el contenido sensible, publicándolo en línea o compartiéndolo con los contactos de la víctima.8 Tanto si la amenaza se cumple como si no, la extorsión sexual puede afectar a la víctima de otras formas perjudiciales. Muchas víctimas experimentan sentimientos de impotencia, vergüenza, miedo y pérdida de control.11 Algunas han manifestado sentirse atrapadas, como si no hubiera salida. Estos sentimientos de temor, preocupación y desesperanza han provocado otros efectos perjudiciales, como altos niveles de depresión, ataques de pánico, dificultades para comer, autolesiones, pensamientos suicidas y, en algunos casos muy sonados, suicidio.11,12 Estos riesgos pueden intensificarse en los casos en que el sextorsionador sigue acosando a la víctima (a veces durante un periodo de hasta seis meses), crea un perfil falso en línea sobre ella y/o la anima a hacerse daño.3,8

En los casos en que el menor es extorsionado sexualmente por alguien que ha conocido en línea, no sólo se le amenaza con chantajearle, sino que también puede perder una relación que había percibido como segura, de apoyo o incluso amorosa.10

Como ocurre con otras formas de abuso sexual infantil, la vergüenza que puede experimentar una víctima a causa de la sextorsión reduce la probabilidad de que pida ayuda. De hecho, sólo la mitad de los menores que sufren sextorsión le cuentan a alguien sobre su victimización. La mayoría se sienten demasiado avergonzados (80%) o temen meterse en problemas (68%).8 Entre las víctimas que se abren a uno de sus padres, es mucho más probable que lo cuenten las chicas (41,7%) que los chicos (28,6%).3

Cómo detener la sextorsión 

La sextorsión es un delito que intenta aislar a las víctimas mediante sentimientos de vergüenza, impotencia y terror. Las víctimas no sólo pueden temer meterse en problemas con sus padres y con las fuerzas del orden, sino también que les quiten sus dispositivos, un resultado que puede sentirse como un castigo y conducir a un mayor aislamiento (FBI.gov). Lo más importante que puede hacer un padre para reducir el riesgo de que su hijo sufra sextorsión es fomentar una comunicación abierta y continua.

Los investigadores recomiendan hacer menos hincapié en el peligro con los desconocidos, teniendo en cuenta que las personas que el niño ya conoce pueden suponer una amenaza, mientras que las conexiones formadas en línea pueden conducir a relaciones sanas y significativas. Más bien, se anima a los padres a que enseñen y modelen cómo son las relaciones sanas, tanto si se establecen en persona o en línea, y tanto si se trata de una relación de conocidos, de amistad o de romance.4,13 A medida que los jóvenes conozcan mejor lo que constituye una relación sana -incluidas la autenticidad, la franqueza, la comunicación y el respeto por los límites- serán más capaces de identificar situaciones e interacciones que puedan ponerlos en peligro. También estarán más preparados para mantener límites saludables, así como para desviar las demandas y resistir las presiones que pretendan violar esos límites. También serán más capaces de navegar a través de situaciones abusivas como la sextorsión, cesando el contacto, buscando ayuda y reconociendo que no tienen la culpa. Los jóvenes buscarán ese apoyo si ya tienen la seguridad de que sus padres son personas seguras y dignas de confianza a las que pueden acudir, sea cual sea el problema al que se enfrenten. Si los padres tienen un historial de responder en lugar de reaccionar, y han mantenido líneas de comunicación abierta sobre todo tipo de temas delicados o difíciles, será menos probable que el niño o el adolescente se aísle si es objeto de un ataque.

Junto con la comunicación abierta y el modelado de relaciones sanas, los padres también pueden enseñar y modelar límites saludables con la tecnología. Pueden educar a sus hijos sobre la ciudadanía digital y los riesgos que conlleva vivir en la era digital, incluido el riesgo de sextorsión. Los padres pueden aconsejar a sus hijos que sean selectivos con lo que comparten con los demás -en línea y fuera de línea- y que sean conscientes de que la gente puede hacerse pasar por cualquiera en línea. También pueden establecer límites en cuanto al tiempo que pasan frente a la pantalla y el uso de Internet, vigilar o controlar los dispositivos, saber qué aplicaciones y plataformas de redes sociales utilizan sus hijos y ser conscientes de con quién se comunican.

Señales de advertencia

Los padres también pueden estar atentos a las señales de advertencia de la sextorsión y otras formas de abuso sexual infantil, facilitadas por la tecnología o de otro tipo. Estas señales pueden incluir un retraimiento de los intereses y actividades generales, aislamiento de los demás, aumento de los niveles de ansiedad y/o depresión, agresividad, robo de dinero, negarse a discutir lo que hacen en línea y/o con quién se comunican, y estar constantemente agitados o nerviosos.

¿Qué hago si ya ha ocurrido algo?

Si tu hijo ya ha sido víctima de sextorsión, es importante:

  • Bloquear toda comunicación posterior con el sextorsionador.
  • Denunciar la cuenta al sitio web o plataforma donde el sextorsionador estableció contacto.
  • Evitar enviar dinero si el sextorsionador exige un pago.
  • Conservar todos los mensajes, fotos y otras comunicaciones relacionadas como prueba para la acusación.
  • Denunciar el incidente a las autoridades. También puedes considerar la posibilidad de utilizar la CyberTipline del Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados (NCMEC).
  • Abstenerte de quitarle el dispositivo al menor, ya que esto puede infundirle sentimientos adicionales de vergüenza y aislamiento.
  • Ofrecerle apoyo, empatía y seguridad, asegurándole que no es culpa suya.
  • Poner al niño en contacto con recursos profesionales que le ayuden a gestionar cualquier impacto angustioso.

Recursos

Puedes obtener más información sobre la sextorsión visitando Thorn.org, Amaze.org, el Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados, and FBI.gov. Para más información sobre cómo proteger a los niños de tu vida contra el abuso sexual, te invitamos a explorar los recursos de prevención de abuso sexual de Saprea.

Sobre el autor/a

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Breeann Allison

Estratega de Investigación y Desarrollo de Programas
Breeann se incorporó a Saprea como Coordinadora de Educación a finales de 2018. Es licenciada en Literatura Inglesa con especialización en Edición por la Universidad Brigham Young. En la actualidad trabaja como miembro del Equipo de Investigación y Desarrollo de Programas y como instructora adjunta del seminario web de sanación de Saprea. También es autora del Libro de Trabajo Recupera la Esperanza de Saprea y coautora de Por qué sigo sintiéndome así: Cambia tu relación con el trauma del abuso sexual infantil. Ha trabajado en el mundo editorial durante siete años, primero como desarrolladora curricular en Gibbs Smith Education y luego como editora en FranklinCovey. Además, disfruta escribiendo ficción, mimando a sus sobrinas y sobrinos y defendiendo el carácter sagrado de la coma de Oxford.