He recuperado la esperanza

La idea de que abusaron sexualmente de mí de niña nunca la acepté en mi vida hasta los 31 años. Ésa no era la realidad de lo que yo era. Había bloqueado esos sucesos completamente de mi cerebro. Ni siquiera era algo que pudiera concebir conscientemente como real en mi vida. Tuve que luchar con las relaciones, no saber cuál era mi camino en la vida, sentir que había algo malo en mí, etc. para darme cuenta de que quizá no lo tenía todo contralado.

Verás, fui a la escuela para ser consejera. He asistido a numerosos cursos, aprendiendo todo sobre cómo ayudar a otras personas. He aprendido técnicas para empoderar a los demás. He pagado mucho dinero para llegar a este punto. Y entonces me di cuenta de que necesitaba probar mi propia medicina.

Cuando en febrero de 2017 dediqué un tiempo a leer el libro «Recuperar la Esperanza», después de que me lo recomendara una amiga, me di cuenta de que mi mundo se tambaleaba. Lo que más me impactó de esta experiencia fue aprender más sobre el cerebro de dos partes. Poder comprender mejor el hecho de que el trauma me hizo cerrar una parte del cerebro y que, hasta el día de hoy, vuelvo a ella, me abrió los ojos. Por fin sentí, al leer esta sección del libro, que no estaba sola. Me ayudó a comprender mejor por qué vivía mi vida como lo hacía.

En marzo de ese mismo año asistí al Retiro Saprea. Asistir al retiro reafirmó el hecho de que no estoy sola en esta jornada. Mis experiencias son únicas, pero el trauma no lo es. Este retiro también me recordó que hay razones legítimas por las que mi cuerpo reacciona como lo hace ante los detonantes y me enseñó estrategias para empezar a reeducarme.

Ahora no tengo miedo de decir que soy una sobreviviente de abuso sexual infantil y que eso no me convierte en lo que soy. Es simplemente una parte de mí. Ya no me avergüenzo de formar parte de la estadística 1 de cada 4. En lugar de eso, soy una luchadora. Soy una sobreviviente. Soy fuerte. Soy completa. Soy digna.

¡He recuperado la esperanza!

-Beth, Sobreviviente