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RECURSOS DE SANACIÓN:

Autocompasión

El antídoto para la vergüenza es la autocompasión, la cuál es amarte y valorarte activamente por quién eres ahora mismo.

Muchos sobrevivientes de abuso sexual infantil experimentan vergüenza. La vergüenza es una creencia negativa que tenemos sobre nosotros mismos y suele aparecer cuando intentamos llenar los vacíos de algo que no entendemos del todo. Estas creencias pueden influir en nuestros comportamientos, juicios y percepciones del mundo. Estas creencias pueden contribuir a otros síntomas que experimentan muchos sobrevivientes, como soledad, depresión, ansiedad, imagen corporal, problemas de intimidad sexual y relaciones disfuncionales.

La vergüenza puede manifestarse incluso en forma de creencias más pequeñas y aparentemente insignificantes, como "soy demasiado incapaz de cumplir con el plazo de entrega de esta semana", "nunca respondo a los mensajes de texto porque soy una amiga terrible" o "soy un fracaso, tanto que ni siquiera puedo lavar los platos".

Aunque estas creencias basadas en la vergüenza pueden parecer muy reales, abrumadoras y definitivas, es posible cambiarlas -incluso las creencias que las sobrevivientes han tenido durante años o décadas. Y la forma en que estas creencias a largo plazo pueden ser desafiadas y cambiadas es a través de la autocompasión. 

¿Qué es la autocompasión?

La autocompasión es amarse y valorarse activamente por lo que uno es en este momento. Implica extender calidez, amabilidad y comprensión profunda hacia tus insuficiencias, fracasos o sufrimientos percibidos. Y aunque parezca fácil, puede parecer imposible en el momento presente. Practicar la autocompasión es algo con lo que muchas personas luchan. Está en la naturaleza humana el querer desmenuzarnos a nosotros mismos, fijarnos en nuestras imperfecciones o buscar razones adicionales para validar la vergüenza que podamos sentir. 

Si sentir algún grado de amor hacia una misma parece un concepto extraño o un objetivo inalcanzable, no estás sola. Fomentar la autocompasión puede ser uno de los retos más difíciles para las sobrevivientes de abuso sexual infantil. A veces, las sobrevivientes pueden incluso sentir vergüenza adicional por no tener suficiente autocompasión en un momento dado.

Queremos recordarte que no hay una cuota de autocompasión o un hito que debas cumplir. Más bien, la autocompasión consiste en encontrarse a sí mismo en el punto en el que se encuentra en este momento.

Y dondequiera que te encuentres -cualesquiera que sean los pensamientos basados en la vergüenza con los que estés luchando- el primer paso para amarte y valorarte es reconocer que la autocompasión es algo que necesitas y mereces.1 Puede que no creas que te lo mereces en este momento, o incluso durante algún tiempo, pero a medida que te comprometas con este recurso y con las actividades que le siguen, con el tiempo y con la repetición, creyendo que eres digna empezarás a sentirte más natural. 

Formas de fomentar la autocompasión

Usar un lenguaje más compasivo

Un elemento que da forma a tus creencias -particularmente sobre ti misma- es el lenguaje que utilizas. Por ejemplo, un pensamiento basado en la vergüenza puede estar centrado en un lenguaje autocrítico como: "Soy demasiado perezosa para hacer algo", en lugar de "Hoy no me he sentido muy bien, lo que ha dificultado que haga cosas". La primera es una afirmación definitiva, en blanco y negro, mientras que la segunda permite el contexto, la comprensión y diferentes resultados en el futuro.

Para ayudar a eliminar la vergüenza de tus pensamientos cotidianos, puedes empezar por cambiar el lenguaje que utilizas. Por ejemplo, cuando notes que un pensamiento está perpetuando la autoculpabilidad (Mi hija no quiere estar cerca de mí porque soy una madre terrible), puedes intentar eliminar la culpa del pensamiento y cambiarlo por: Mi hija parece molesta y quiere estar sola. Debe estar luchando con algo.

Estos cambios en el lenguaje pueden ayudar a dirigir tu perspectiva lejos del juicio y la autocondena y hacia la paciencia y la compasión, tanto para ti como para los demás.

Otra forma de eliminar la vergüenza de tus pensamientos es eliminar el "yo" de la afirmación. En lugar de dejarte llevar por pensamientos como "soy una persona colérica", pregúntate por qué sientes ira y qué te ha llevado a hacer esa afirmación.

Tal vez el pensamiento "soy una persona colérica” viene en realidad por causa de frustración con varios comentarios que estás viendo en las redes sociales sobre el abuso sexual y el movimiento #MeToo. Teniendo en cuenta este contexto, puedes eliminar el "yo" de la afirmación y cambiar "soy una persona colérica" por "Hay mucho contenido negativo y detonante en mis redes sociales ahora y eso está teniendo un gran efecto en mis emociones".

Intenta practicar este enfoque pensando en un ejemplo de tu propia vida. ¿Qué pensamiento basado en la vergüenza has experimentado recientemente? ¿Cómo puedes sacar el "yo" de ese pensamiento para ayudar a eliminar la autoculpabilidad? ¿Qué contexto puedes añadir? ¿De qué manera puedes ver la situación de forma diferente? Recuerda que, al tratar de examinar la situación de forma diferente, no estás intentando encontrar excusas para las dificultades o los retos a los que te enfrentas, simplemente estás dejando espacio para una mayor compasión.

También puedes eliminar el lenguaje basado en la vergüenza de un pensamiento dando un paso atrás y observando el panorama general, en lugar de centrarte en una situación concreta. Piensa en Eva, que hizo una presentación importante en el trabajo pero le costó explicar uno de los puntos clave. Después, Eva señaló ese incidente como una representación de todo su desempeño laboral. Se hace juicios morales a sí misma, como por ejemplo "Caramba, soy incapaz de hacer las tareas más sencillas. Soy una empleada inútil". Estas creencias negativas sobre sí misma incitan en Eva sentimientos de inadecuación, pánico y autodesprecio.

Sin embargo, en el caso de Eva, una imagen mucho más amplia revela que merece más compasión. Estuvo despierta toda la noche con una amiga que tenía pensamientos suicidas y le había pedido apoyo. Y aunque Eva se alegra de que su amiga se haya puesto en contacto con ella y se encuentra mucho mejor, se siente física y emocionalmente agotada, lo que le dificultó hacer la presentación tal y como la había planeado.

Cuando se examina el panorama general, es más fácil tener en cuenta todos los aspectos que pueden haber contribuido a un único error o a una decisión de la que luego nos arrepentimos. Y al considerar todos estos aspectos, es más fácil evitar las críticas o los juicios severos.

¿Eres pronta para juzgarte a ti misma por una situación específica sin tener en cuenta el panorama general? Recordarte a ti misma que sólo eres humana y que estás haciendo lo mejor que puedes es una respuesta apropiada y compasiva que toda persona merece.

Manos sobre el corazón

Esta técnica de conexión consiste simplemente en colocar ambas manos sobre tu corazón y tomarte un momento para sentir el calor de tu propio tacto. Observa tu respiración tal y como es (no es necesario cambiarla o profundizarla). Al inspirar, imagina que una sensación de calma y gratitud fluye por tu cuerpo y hacia tu corazón. Al espirar, imagina que cualquier tensión o estrés abandona tu cuerpo.

Mientras haces esto, también puedes elegir visualizar un momento en el que estuviste con alguien que te hizo sentir amada y segura. Este momento puede ser un recuerdo real con un ser querido, un amigo de confianza, un vecino, un terapeuta o un mentor. También puedes pensar en un momento pasado con una mascota querida.

O, en lugar de recurrir a un recuerdo, puedes imaginar un escenario hipotético con una versión mayor y más sabia de ti misma, o con una figura conocida que admires y cuyo trabajo te haya servido de inspiración y consuelo. Elijas lo que elijas, piensa en los sentimientos de aceptación, seguridad y amor que experimentas al centrarte en esa persona. Tómate un momento para permitir que estos sentimientos se afiancen en tu cuerpo.

Con esta técnica, estás practicando la autocompasión al ver tu propia experiencia con curiosidad y franqueza, en lugar de con vergüenza o juicio. También te estás permitiendo experimentar sentimientos de seguridad, calidez y aceptación, aunque sea por un momento.

Palabras para una amiga

Un componente importante de la autocompasión es verte a ti misma de la forma en que lo harías con otra persona. Por ejemplo, a menudo es más fácil mostrar compasión hacia los demás que hacia nosotros mismos.

Por eso, un buen punto de partida para la autocompasión es mirarnos a nosotras mismas a través de la perspectiva de un amiga.

Ahora, piensa en un momento en el que tuviste algún tipo de dificultad. Piensa en las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo me respondí a mí misma?
  • ¿Qué dije?
  • ¿Qué tono utilicé?
  • ¿Qué postura y gestos no verbales utilicé?
  • ¿Qué emociones sentí?

Ahora, piensa en un momento en el que hayas tenido una amiga que tuviera algún tipo de dificultad. Tal vez tuvo una desgracia, fracasó o se sintió inadecuada. Reflexiona sobre las siguientes preguntas:

  • ¿Cómo respondí a esa amiga?
  • ¿Qué dije?
  • ¿Qué tono utilicé?
  • ¿Qué postura y gestos no verbales utilicé?
  • ¿Qué emociones sentí?

Observa las diferencias entre cómo respondiste a una amiga y cómo te respondiste a ti misma. Anota las frases específicas que le hayas dicho a tu amiga en esta situación. Tal vez fueran palabras de ánimo como "Sé que esto es realmente difícil", "Te estás esforzando mucho" o "Eres increíble pase lo que pase". Mantén estas frases cerca y léelas para ti la próxima vez que notes que estás experimentando algún pensamiento basado en la vergüenza. Recuerda que la calidez, la simpatía y la amabilidad que concediste a tu amiga es el tipo de compasión que mereces sentir hacia ti misma.

Replantear al Compañero interno

Puedes llevar la idea de "Palabras a una amiga" un paso más allá practicando Replantear al compañero interno, una estrategia que incorpora la atención consciente y la amabilidad hacia uno mismo.

Descargo de responsabilidad: Si en algún momento no te sientas en la capacidad de hacer esta práctica, no te preocupes. En cambio, continúa repasando las palabras de ánimo qué le dirías a un amigo que está sufriendo.

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Piensa en una ocasión en la cual estabas teniendo sentimiento de inadecuación o vergüenza. ¿Qué pensamientos tuviste durante ese tiempo? ¿Qué sensaciones notaste?

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Luego, piensa en un compañero interno que es amable y bondadoso. Tal como en la actividad de las manos sobre el corazón, este compañero es alguien que te ama y acepta tal como eres. El compañero interno puede estar basado en alguien a quien conoces, tal como un amigo que ha sido compasivo contigo. O, podría ser una figura pública o incluso un personaje de uno de tus libros favoritos. También podrías considerar crear a tu compañero interno basado en algo que provoque sentimientos de paz y alegría, tal vez palabras, una presencia, una imagen, una figura, o una creencia. Sea lo que sea que escojas, dedica un tiempo para crear un compañero interno que sea amable y bondadoso y que siempre esté contigo.

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Imagina a tu compañero interno a tu lado durante tu momento de sufrimiento. ¿Qué lo ves haciendo para asegurarte de que siempre está contigo?

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¿Qué te dice que te muestra calidez, empatía, y comprensión?

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Escribe las frases que tu compañero interno te diría y ponlas en un lugar seguro. Cuando notes que la vergüenza influye en tus pensamientos, sensaciones físicas o comportamientos, reflexiona sobre esas frases para recordarte ser amable contigo mismo. Quizás prefieras decir estas palabras de aliento en voz alta o repetirlas en tu mente. Cada vez que reafirmas las frases amables y cariñosas de tu compañero interno estás acercándote a los sentimientos de autocompasión y alejándote de la vergüenza, autoculpa, y juicio.

Para una mirada más profunda sobre cómo se manifiestan comúnmente los pensamientos basados en la vergüenza y ejemplos de cómo puedes identificarlos, desafiarlos y replantearlos, visita nuestro recurso, desafiando las distorsiones cognitivas.

Celebra tus victorias

Existe una idea errónea de que tenemos que ser "perfectos" o "mejores" para ser dignos de compasión, de que no somos merecedores de ella hasta que superemos nuestros defectos, limitaciones o fracasos percibidos. A veces podemos sentir que todavía tenemos demasiado trabajo que hacer o demasiados defectos que arreglar antes de permitirnos la gracia.

No es así, ya que la autocompasión y la imperfección van de la mano. La autocompasión implica reconocer que el sufrimiento y la percepción de insuficiencia forman parte de la experiencia humana compartida. Desde esta perspectiva, la autocompasión puede verse como un acto de valentía en el que se afronta el dolor y el sufrimiento de frente. Admitir que uno es un ser humano -que hace lo mejor que puede con lo que ha vivido- es una verdad clave que todos debemos reconocer. Podemos construir sobre eso mirando al futuro y permitiéndonos tener mayores aspiraciones, incluso si estamos luchando con sentimientos de vergüenza, fracaso o insuficiencia en el presente. 

Y la autocompasión no sólo implica reconocer tus luchas o las cosas que te gustaría hacer de forma diferente. También implica reconocer tus victorias y lo que ya has conseguido hoy.

Ya que la jornada de sanación es un proceso continuo, las victorias personales conseguidas a lo largo del camino pueden pasar desapercibidas. Puede que haya días en los que sientas que has avanzado muy poco en tu sanación. Puede que te sientas frustrada e impaciente, y que te centres en las dudas, las dificultades y los contratiempos que has experimentado. Este tipo de pensamientos y sentimientos pueden producirse de forma instintiva, por lo que es importante practicar la autocompasión y reconocer que, independientemente de dónde te encuentres o de lo que hayas hecho (o no hayas hecho), ahora eres fuerte y resiliente.

Esta estrategia consiste en destacar tu fuerza, tu valor y tu impacto actuales. Se trata de notar las cosas buenas que ya estás logrando cada día y de practicar la autocompasión ante las dificultades.

Al final del día, mira hacia atrás e identifica al menos tres victorias que hayas conseguido ese día. Puede ser cualquier cosa que consideres un triunfo, por pequeña que parezca en un principio. Algunos ejemplos podrían ser: 

  • Me levanté de la cama.
  • Terminé un proyecto.
  • Respiré para conectarme.
  • Avancé en algo importante para mí.
  • Di un cumplido.
  • Les dije a mis hijos que los quiero.
  • Salí a hacer unas diligencias.
  • Pasé tiempo al aire libre.
  • Me percaté de algo bonito/positivo.
  • Practiqué la autocompasión.

Dedica un momento después de enumerar tus tres triunfos para apreciar tus acciones de ese día. También puedes hacer un seguimiento de estas observaciones positivas escribiéndolas en un diario. Cuando te sientas mal contigo misma o te cueste practicar la autocompasión, consulta este diario para recordar todas las victorias que has logrado.

Sé paciente y amable contigo

En última instancia, la autocompasión consiste en extender la calidez, la amabilidad y la comprensión profunda hacia uno mismo. Implica redirigir suavemente tus pensamientos lejos de la lente de la vergüenza y hacia una perspectiva más compasiva y de mayor conocimiento. En lugar de juzgarte por las dificultades, los sufrimientos o los fracasos percibidos que estás experimentando, te ofreces la misma gracia y simpatía que le ofrecerías a una amiga.

Recuerda que dominar la autocompasión es una jornada que dura toda la vida y que requiere tiempo y paciencia. Si te cuesta sentir algún grado de compasión hacia ti misma en este momento, no pasa nada. El salto del autodesprecio a la autocompasión puede parecer insuperable, por lo que puede ser más útil centrarse en los grados intermedios, en mover la aguja en la dirección correcta. Empieza con pequeños pasos, eligiendo las actividades que te parezcan más realistas en función de tu situación. Si quererte a ti misma en este momento te parece un salto demasiado grande, tal vez puedes empezar por gustar de ti misma o verte a través de los ojos de una amiga.

Con el tiempo y con la práctica, reorientar tus pensamientos basados en la vergüenza hacia una dirección más amable y compasiva empezará a ser más fácil. Y cada vez que te comprometes con estos pasos hacia la autocompasión, estás practicando:

  • Reconocimiento, al aceptar que el momento que estás viviendo es doloroso y que hay razones válidas para esas emociones.
  • Atención Consciente, al dirigir tu atención a tus necesidades actuales y a cómo puedes atenderlas.
  • Aspiración, al fomentar intencionadamente una mentalidad más compasiva que puedas seguir aplicando en el futuro.