Nunca creí que hubiera esperanza para mí

Esperanza. Nunca supe que una palabra pudiera tener un impacto tan grande en mi vida. Desde que fui abusada, nunca creí que hubiera esperanza para mí.

Al llegar al Retiro Saprea, era una bola de nervios y ansiedad, pero esos sentimientos se desvanecieron rápidamente una vez que juré no aislarme. Aprendí que estaba bien llorar, sentir, gritar y ser feliz. La actividad que puso muchas cosas en perspectiva para mí fue el proyecto kintsugi. Me demostró que lo que antes estaba roto puede repararse y convertirse en algo aún más hermoso. Me lo he tomado muy a pecho y vivo cada día recuperando la esperanza. Las lecciones y técnicas de afrontamiento que aprendí en el Retiro de Saprea me han empoderado para ser mi mejor yo. Soy una sobreviviente y una guerrera. Tengo esperanza.

-Stephaney, Sobreviviente