No estaba sola y nunca volvería a estarlo
Ser una sobreviviente de abuso sexual infantil ha formado parte de mi vida, pero nunca he sido capaz de afrontarlo. Mis familiares más cercanos no querían oír hablar de ello. Era como si no me creyeran. No querían verme. Querían ocultar e ignorar el problema. De lo que no se daban cuenta es de que era como revivir de nuevo los años de abuso. Había estado albergando sentimientos negativos sobre mí misma, como inutilidad, odio a mí misma e ira, por nombrar algunos. He asistido a sesiones privadas de terapia sin éxito. Había llegado a la conclusión de que esta montaña de mi vida era demasiado dura de escalar, que nunca podría liberarme de los sentimientos negativos que sentía hacia mí misma, que nadie comprendía por lo que había pasado ni lo que sentía.
Mientras conducía desde la zona de Boise hasta el Retiro Saprea en Utah, tuve 5 horas de tiempo a solas para reflexionar y pensar sobre lo que esperaba que ocurriera en el retiro. ¿Seguiría culpándome y odiándome, aprendería a afrontar mi pasado abusivo o sería una pérdida de tiempo? Me decía a mí misma: «Da la vuelta en la siguiente salida y vuelve a casa». Pero algo dentro de mí seguía conduciendo. Mientras conducía, decidí que no esperaría ningún resultado del retiro. Escucharía las lecciones, participaría en las clases y en las sesiones de terapia, disfrutaría del entorno, pero sin ninguna expectativa de sentirme mejor o mejorar mi situación.
Puedo decir sinceramente que asistir al Retiro de Saprea fue poco menos que un milagro para mí. Sin entrar en detalles sobre las clases y la terapia fuera del retiro, diré que los cuatro días de asistencia al retiro me han permitido ver las cosas desde un punto de vista que nunca antes había visto.
Como lo llamó una de mis «hermanas guerreras» del retiro, llegó mi momento «Woo-Woo». Había llegado. Me veo digna, no despreciable. Fuerte y valiente, no débil y endeble. Mi voz se oiría, no se callaría. Mi felicidad brillaría, la ira y el odio hacia mí misma desaparecerían. No estaba sola, y nunca volvería a estarlo. Sobre todo, me di cuenta de que me quieren y de que importo.
El Retiro Saprea me dio las herramientas y la dirección para, no sólo escalar la montaña que me ha derrotado durante años, sino para aplastarla hasta reducirla a cenizas. Para ser capaz de dejarla desmoronada y no permitir que obstaculice mi capacidad de recorrer el camino de la felicidad que sé que merezco. Gracias a Saprea por este maravilloso programa. Gracias por ayudarme a ver mi verdadero yo.
-Melanie, Sobreviviente