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HISTORIAS DE SOBREVIVIENTES

Una vez estuve rota, pero me reparé maravillosamente

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Durante años, desde mi agresión y trauma, he luchado conmigo misma entre la vergüenza, la culpa, la duda y la inseguridad. He luchado con distintos niveles de trastorno de estrés postraumático (TEPT), ansiedad y el aislamiento en el que me he puesto por lo indigna que me he sentido. El cristal de color de rosa con el que crecí viendo el mundo se hizo añicos, y con él crecí en silencio sintiéndome como esos pedazos rotos.

Finalmente llegué a un punto de ruptura hace poco más de un año, cuando simplemente no pude soportar más el dolor y los flashbacks. La depresión me inundó y sentí que apenas podía nadar hacia la superficie para tomar aire. Busqué ayuda y empecé a ir a terapia, pero seguía sintiendo que me faltaba algo. Fue en junio de 2018 cuando asistí al Retiro Saprea, y allí tenían la pieza que me había faltado todo este tiempo.

Una comunidad. Una hermandad. Mi tribu y mi rebaño.

Empecé a comprender que no estoy sola en esto y que mis piezas remendadas juntas son más hermosas y que soy digna. Que no tengo que aislarme. Es una locura cómo algunos lugares pueden sentirse más como un hogar en sólo unos días que lugares en los que has vivido toda tu vida. No sentí más que amor y cuidados continuos en este refugio seguro, casi como si estuviera en los brazos de los ángeles.

Desde que volví a casa he seguido trabajando en mi jornada de sanación. Continúo con la terapia y tomamos cosas que he aprendido del Retiro de Saprea y seguimos profundizando en ellas… hace poco me di cuenta de que no me sentía tan feliz como ahora desde hace años, la sonrisa de mi cara desde el retiro no era la de una máscara sino mi sonrisa real. Con las herramientas que aprendí, estoy desarrollando una columna vertebral, y ya no le permito a nadie el poder de quitarme mi fuerza y mi paso. Me estoy convirtiendo exactamente en quien estoy destinada a ser. Una vez rota, pero reparada maravillosamente. Soy suficiente. Soy una Sobreviviente. Estoy empoderada. Soy digna. Y nadie puede decirme lo contrario.

-Danielle, Sobreviviente