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HISTORIAS DE SOBREVIVIENTES

Tuve que ponerme al descubierto

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Quien abusó de mi murió en 2012, lo que dio lugar a una serie de acontecimientos que me obligaron a despertar y darme cuenta de cómo estaba viviendo mi vida. Había silenciado mi abuso. Me negaba a reconocerlo o a hablar de ello. Tuve éxito. Me prometí a mí misma que nunca afectaría a mi vida. Que no sería una «estadística». Odiaba la palabra sobreviviente. Siempre me pregunté por qué la gente se llamaba así.

Sobreviví, pero no viví.

En 2014 empecé mi jornada de sanación. En aquel momento, no me daba cuenta del impacto que el abuso había tenido en mi vida. Por qué trabajaba tanto. Por qué me resultaban difíciles las relaciones y la intimidad. Me había encerrado en mí misma. A mi verdadero yo. Mi alma.

Me enfrasqué en estar bien. Como coach y empresaria y simplemente alguien que siempre creyó en el crecimiento, siempre estaba avanzando. Sané, crecí y cambié mi vida. Me encontré a mí misma.

Pero aún faltaba algo. Seguía protegiéndome a mí misma, mi historia, seguía sin ser compartida seguía aferrándome a la vergüenza de que ME HUBIERA PASADO ESTO y de que me hubiera roto, de que me hubiera costado tanto de mi vida. Todavía quería controlar la historia.

No me identificaba con los grupos de sobrevivientes, seguía sin hablar de ello, aunque tenía una plataforma pública con mi negocio y mis blogs.

A pesar de todo el trabajo que había hecho, aún me faltaban piezas, aún tenía niebla cerebral, aún disociaba, aún me incomodaba que me conocieran por eso.

Enterarme del Retiro Saprea llegó en el momento justo para mí. Sabía que tenía que hacerlo, trabajar con personas que entendieran específicamente el abuso sexual. Sabía que tenía que salir a la luz con esto y dejar de esconderme, dejar de controlar quién lo sabía y cómo lo sabía.

Era hora de ser dueña de mi historia para que mi historia dejara de ser mi dueña. Y me alegra decir que las cosas que aprendí en el retiro me cambiaron la vida. Lo que aprendí sobre el cerebro y el trauma me permitió aceptar por fin que el abuso me cambió, cambió mi vida, cambió mis respuestas.

No quería esa historia. No quería que tuviera poder sobre mi vida. Pero ignorarla y negarla fue lo que le dio poder, no afrontarla. Enfrentarme a ella, comprenderla, aprender sobre ella y enfrentarme a ella -ser dueña de esa parte de mí y de mi vida- me ayudó a sanar más de lo que puedo expresar.

Las personas que conocí allí serán amigas para toda la vida. Gracias por lo que hacen. Aunque había hecho mucho trabajo, este retiro me ayudó realmente de formas que no esperaba, me ayudó a armar mi rompecabezas.

Les estaré eternamente agradecida.

-Tonya, Sobreviviente