Si je peux le faire, vous le pouvez aussi
Las ensoñaciones, las risitas y perseguir mariposas ocupaban la mayor parte de mis días hasta el acontecimiento catastrófico que cambió mi forma de participar en la vida. Un día era pequeña y al día siguiente me arrojaron al fuego de las experiencias vitales adversas. Viví durante años bajo el manto de la invisibilidad mientras guardaba oscuros secretos por miedo a perder lo único que controlaba de mi abuso sexual: cómo me verían los demás. Así fue hasta que toqué fondo y caí en los pozos del abuso de sustancias alimentado por el odio a mí misma, la depresión y la ira. No fue hasta que llegué a los días más oscuros del caos cuando pude ver los rayos de luz que asomaban tras las nubes de la recuperación.
Tras mi bancarrota espiritual, encontré una forma de vida que se dirigía a mis innumerables razones para consumir copiosas cantidades de alcohol con el fin de ahogar las voces de la vergüenza y el arrepentimiento. Por primera vez desde que empezaron mis abusos cuando tenía seis años, pedía ayuda y estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta para recomponer los pedazos destrozados de mi alma. Estaba desesperada por cambiar y sentirme mejor en mi propia piel. Sabía que la vida tenía más que ofrecerme y gracias a un maravilloso grupo en recuperación y a un consejero experto en traumas que me enseñó amorosamente cómo convertirme en la mujer que siempre había soñado ser. Después de mucho trabajo y paciencia, pude mantener la cabeza alta, quererme a mí misma a pesar de mis defectos y enseñar a mis hijas que, pase lo que pase en la vida, siempre hay una solución si tienes una pizca de fe para creer que más es posible.
Han pasado siete años desde que conseguí la sobriedad, pero cada día me brinda la oportunidad de crecer más. He descubierto que, si permanezco conectada a mi fuente de amor y sanación, puedo dedicar todo mi talento para la recuperación a ayudar a los demás a encontrar su camino en los momentos más oscuros. No siempre es fácil y algunos días mi trauma todavía puede desequilibrarme, pero estoy dispuesta a estar abierta a lo que venga. La diferencia entre entonces y ahora es que tengo más fe debido a mis propias experiencias vitales en la recuperación.
Hoy soy escritora, autora y defensora cuyo único deseo es compartir abiertamente mi verdad para que cualquiera que necesite aliento anímico pueda encontrar la paz sabiendo que siempre hay lugar para la compasión y la sanación en la recuperación, pero debe empezar por ti. Una nueva vida es tuya si tienes el valor de levantar la mano, tenderla y decir: «por favor, ayúdame». Hay mucha gente maravillosa dispuesta a ayudarte, guiarte y quererte hasta que puedas aprender a quererte honestamente a ti misma. Confía en mí. Si yo puedo hacerlo, tú también puedes.
-Rebecca, Sobreviviente