Puesto que sólo tenemos un corazón
Nací en una pequeña ciudad de la costa oeste de Corea del Sur, donde crecí con una gran familia. La primera vez que abusaron sexualmente de mí fue a los 4 años. Después, entre los 5 y los 7 años, abusaron sexualmente de mí mi hermano mayor y uno de mis primos.
Como consecuencia de este trauma, tuve que enfrentarme a muchos problemas a lo largo de mi vida durante décadas, especialmente en la comunicación y las relaciones. Elegí quedarme en lo más profundo de mi propio mundo porque pensaba que si nadie en el mundo, excepto yo, sabía del abuso, algún día yo tampoco recordaría nada al respecto. También era pesimista respecto a buscar cualquier consulta que me ayudara a sanar. No podía confiar en nadie, y siempre estaba muy nerviosa e incómoda cuando había gente a mi alrededor.
Me volví más vulnerable al abuso sexual y sufrí abusos institucionales a manos de mis profesores y compañeros. También abusó de mí el novio de mi amiga mientras me ayudaba de niñera.
En mi propia jornada hacia la sanación y la capacitación, descubrí que otros enfoques y programas no satisfacían mis necesidades. Fue durante mi oración en la primavera de 2010 cuando Dios me ayudó a conectar los puntos y reconocer que muchos de mis problemas provenían del impacto de haber sufrido abuso.
Como sobreviviente, he anhelado encontrar una forma de ayudar a otras sobrevivientes de abuso sexual. En 2014, creé una organización sin fines de lucro llamada One Life One Heart (OLOH) International, en Ames, Iowa. Elegí el nombre Una Vida Un Corazón para representar que la vida de una persona va con un solo corazón, que lleva todas nuestras historias, ya sean felices o trágicas. Puesto que sólo tenemos este único corazón, es importante cuidarlo y mantenerlo en buen funcionamiento para disfrutar de una vida sana.
– Michelle, sobreviviente