He llegado muy lejos y no voy a volver atrás

En cuestión de un par de años, pasé de ser una mujer que se habría llevado el secreto de su abuso a la tumba a la mujer que hizo todo lo que estuvo en su mano para proteger a la niña que nunca tuvo la oportunidad de luchar o gritar. Tras 15 años sin recordar el abuso y otros diez enterrándolos, decidir contárselo por fin a mis padres fue más que liberador. Fue el catalizador de mi sanación.

Las primeras etapas de ira y rabia que sentí alimentaron mi determinación de luchar por mi niña interior y hacer lo que no podía hacer para protegerse a los 4 años.

Hasta que asistí al Retiro Saprea, nunca me sentí fuerte ni digna de ser feliz. Jamás.

Saprea cambió todo eso. Asistir al retiro me quitó la nube bajo la que vivía. Me ayudó a comprender el trauma y a darme cuenta de que no estaba sola. Estaba rodeada de completos desconocidas, pero nos unían nuestros traumas y una profunda comprensión del dolor que todas sentíamos. Nadie tenía que decir nada, pero sentí que todas las mujeres de aquella sala conocían mi corazón como nadie lo había hecho nunca.

El Retiro de Saprea no fue una solución rápida. Ésas no existen. Pero fue una oportunidad para descansar, aprender y compartir en un lugar muy seguro. Aprendí que soy fuerte. Que soy hermosa. Que soy digna. Y aunque la jornada hacia la sanación sea larga, dura y de mucho trabajo, tengo las herramientas que necesito, y eso es peligroso en manos de una mujer que, siendo niña, ya ha sobrevivido al infierno en la tierra. He llegado muy lejos, ¡y no pienso volver atrás!

-Leilani, Sobreviviente