Skip to main content

Saprea > Survivor Stories > Yo soy digna de amor

HISTORIAS DE SOBREVIVIENTES

Yo soy digna de amor

 ;

Sufrí graves abusos desde que era sólo una bebé. Estaba tan sola y deseaba tanto ser amada, pero no recibí amor de nadie en mi vida. De hecho, no recibí ayuda por mis abusos hasta los 17 años. Para entonces se había hecho mucho daño y necesitaba mucha ayuda.

Tuve una terapeuta maravillosa que me creyó y no me cuestionó como los demás. Por primera vez en mi vida, empecé a confiar. Este hombre se convirtió en mi terapeuta, pastor, padre sustituto y muy buen amigo. Me ayudó a superar mucho dolor, pero yo seguía sintiéndome muy inútil; seguía sin sentirme «querida».

A los 20 años me casé con mi mejor amigo. Él me quería con todo su corazón, pero yo estaba muy dañada y no era capaz de quererle adecuadamente porque no sabía quererme a mí misma ni apreciar ninguna parte de mí. Tuvimos varios problemas y la palabra «divorcio» surgía a menudo. Incluso con eso, él seguía queriéndome y nada de lo que yo pudiera hacer haría que dejara de quererme.

Cuando tenía 30 años oí hablar del Retiro Saprea. Al principio era escéptica, pero mi pastor, mi marido y mis amigos me instaron a solicitarlo y me aceptaron en cuestión de dos semanas. Conduje desde mi casa en el área de la Bahía hasta Salt Lake City, Utah. Aprendí mucho sobre mí misma durante el viaje y estaba dispuesta a aceptar toda la ayuda que me ofrecieran. Creía que sabía dónde me metía, pero en realidad no tenía ni idea de lo que me esperaba.

En el retiro conocí a muchas mujeres que pronto se convirtieron en mis «hermanas guerreras», amigas y mujeres con las que tenía un vínculo fantástico. Había sanación en cada actividad, sesión e incluso comida. Asistí a todas las clases que pude y, poco a poco, empecé a quererme a mí misma y a verme como alguien fuerte y que vale algo. Les conté cosas de mi pasado a las mujeres de mi grupo y me asusté, pero las mujeres, los terapeutas, las gestoras de casos y todos los que participaban en mi jornada de sanación me ayudaron. Empecé a verme como alguien que merecía amor y por fin descubrí que tenía esperanza en mi vida y que podía mejorar simplemente aplicando las cosas que había aprendido y dejando entrar a la gente y permitiéndome ser amada. Por primera vez, aprendí algo muy importante:

MEREZCO AMOR.

Después del retiro, volví a casa y me recibieron con los brazos abiertos. He prosperado. Me he abierto a personas a las que antes siempre me reprimía. Cada día aprendo más cosas sobre mí misma e intento ser tan positiva como puedo. Merezco amor y valgo la pena ser amada, y ahora lo creo de verdad en mi corazón. Alabo a Dios por el Retiro de Saprea y por todo lo que viví antes, durante y después del retiro. Pero, sobre todo, estoy agradecida por haber aprendido sobre el amor.

-Julie, Sobreviviente