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HISTORIAS DE SOBREVIVIENTES

Tomé la mejor decisión de mi vida

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Entre los 6 y los 8 años viví en un entorno de abuso doméstico y sexual. Durante 10 años estuve en silencio, en parte porque mi propio cerebro bloqueaba los recuerdos para mi supervivencia, y en parte porque me aterrorizaba decir lo que pensaba. Tuve la gran suerte de que mi universidad ofreciera servicios de asesoramiento gratuitos y un día decidí que mi existencia podía ser mejor de lo que era y que ya no tenía por qué seguir callada.

Pasé muchos años normalizando mis propios síntomas de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT) para mantener esta máscara de ser una persona de éxito sin cargas. A los 18 años tomé la mejor decisión de mi vida: pedir ayuda. Empecé terapia individual y de grupo, ambas muy beneficiosas para mí de distintas maneras. La terapia individual me dio un espacio para compartir cosas que nunca antes había compartido y para comprender los entresijos de la respuesta al trauma. La terapia de grupo me proporcionó amigas para siempre y un sistema de apoyo que me comprende completamente.

Junto con estos entornos profesionales de sanación, encontré mi propio consuelo en el yoga, escribiendo un diario y expresando mis emociones en mi arte. A lo largo de mi sanación he empeorado antes de mejorar y ha habido momentos de profunda frustración. Sin embargo, nunca me arrepentiré de mi elección de iniciar este proceso y debo la hermosa vida que tengo a todas estas actividades que elijo para fomentar mi crecimiento personal.

Aunque mi caso judicial siempre podría abrirse, he encontrado mi justicia en poseer con orgullo mi título de sobreviviente junto con ser estudiante a tiempo completo, voluntaria y futura médica, y apoyando a mi comunidad de sobrevivientes en todo lo que puedo. Mi esperanza para cualquier sobreviviente que lea esto es que encuentres cualquier forma de justicia que traiga paz a tu alma, que no te sientas sola, que reconozcas que la sanación es un proceso que no tiene un plazo establecido, que tengas la más profunda compasión hacia ti misma y que sepas que hay gente en este mundo esperando para apoyarte y creerte.

-Alyssa, Sobreviviente