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HISTORIAS DE SOBREVIVIENTES

Todo el mundo menos yo merecía ser feliz

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Yo me sentía muy sola. Quizá conocía a otras personas que habían sufrido abusos, pero me decía a mí misma que no era lo mismo. Eran mejores que yo, podían hablar de ello mejor que yo, podían seguir adelante mejor que yo. Creo que en algún momento simplemente acepté el hecho de que nunca estaría bien para mí, pero podía guardarlo en el armario trasero de mi mente y encerrarlo, para que no interfiriera con las necesidades de los demás, porque todos menos yo merecían ser felices, ¿no?

Me llené de vergüenza porque asumí lo que había pasado y no me enfrenté a ello. Siento que el hecho de ignorarlo me llevó a otras relaciones de abuso. Me encontraba en situaciones que me detonaban y elegí estar cerca de personas que abusaban de mí. Lo llevaba encima, me sentía como si llevara una especie de letra escarlata, pero en lugar de eso decía: «SOY VÍCTIMA».

Me sentía muy insegura respecto al Retiro Saprea. ¿Realmente me iba a ayudar? Quizá sólo era para las «víctimas» mejores. Cuando me preparaba para ir, empecé a sentir que el mundo trabajaba en mi contra, que los tiempos no tenían sentido, que me sentía más ansiosa, y no dejaba de decirme a mí misma que lo estaba haciendo tan bien que ni siquiera necesitaba ir a este retiro. Quizá otra persona podría utilizar mi lugar, alguien que se beneficiaría más que yo.

Estoy muy agradecida por la oportunidad que tuve de ir. La gente de allí me hizo sentir tan importante y tan querida, algo que no me había permitido sentir.

El retiro me enseñó cómo responde mi cerebro al trauma, cómo ayudar a replantear mi cerebro para que pueda trabajar en mi jornada de sanación. También me ayudó a aprender muchas más cosas, cosas que ni siquiera se me habría ocurrido probar porque no las habría relacionado con el hecho de ser una sobreviviente de un trauma sexual en la infancia.

Lo más difícil para mí fue admitir que lo que me había ocurrido me estaba afectando y reconocer que me afectaba de muchas más maneras de las que quería aceptar. Pero ¿sabes qué? No estaba sola.

Tenía a otras fuertes sobrevivientes a mi alrededor. Me sentí comprendida y apreciada. Me sentí fuerte y poderosa. Creo que lo más importante que aprendí después de ir al retiro fue que tengo poder y control en mi vida. Volví a casa sintiéndome esperanzada, empoderada y fuerte.

Qué cambio he visto ya en mi vida en las pocas semanas que han pasado desde que asistí al retiro. Creo que ni siquiera podría expresar con palabras la gratitud que siento por haber vivido esta maravillosa experiencia y por todas las maravillosas herramientas que esta experiencia me ha ayudado a descubrir.

No soy una víctima, soy una sobreviviente. Soy suficiente.

-Jessica, Sobreviviente