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HISTORIAS DE SOBREVIVIENTES

Me dieron el don del amor propio

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Me pasé años apartando recuerdos, o al menos intentándolo desesperadamente. Durante un tiempo incluso parecía haberlo conseguido. Entonces, a principios de mis 30, un acontecimiento detonó un montón de emociones inesperadas para las que no estaba preparada. Como mi pasado había vuelto para atormentarme, perdí rápidamente el lugar que había llegado a conocer en el mundo. Durante unos cuantos años más me las arreglé… a duras penas. En ningún momento de este tiempo obtuve más ayuda de los médicos que una serie de opiáceos para probar. Ni que decir tiene que no encontré la paz interior durante este periodo de 5 años.

En julio de 2016, se compartió un artículo en Facebook sobre el Retiro Saprea. Después de leer el artículo, ver una serie de vídeos de YouTube sobre el tema y comprobar cada rincón de su sitio web… no hice nada. Después de casi un año y muchas discusiones, mi marido me convenció por fin de que debía solicitarlo. Me armé de valor y llené la solicitud en línea. Cuatro meses después estaba en un avión rumbo a Utah para dar mi primer paso en el proceso de sanación.

Nuestras caras lo decían todo cuando nos sentamos alrededor de la chimenea durante la orientación: Tristeza. Dolor. Miedo. Incertidumbre. Durante muchos años, yo y estas otras 20 mujeres luchamos contra la depresión, la ansiedad, el Trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el insomnio (entre otras muchas dolencias físicas y mentales) debido al abuso sexual sufrido en la infancia.

Lo que siguió nos sorprendió tanto como nuestra propia (eventual) voluntad de asistir a este retiro:

Amor. Compasión. Aceptación. Empoderamiento. Confianza. Aliento.

Éstas son sólo algunas de las palabras que utilizaría para describir los regalos que recibimos durante los 4 días siguientes. Creamos un vínculo casi inmediato entre nosotras. Uno que nunca olvidaré. Estas mujeres son ahora mis hermanas y nos apoyaremos mutuamente en nuestras continuas jornadas de sanación. Aprendimos mucho no sólo del personal… sino también de las etapas del proceso de sanación de cada una.

Algunas otras cosas que nunca olvidaré del retiro (que no ocurrieron en los grupos de aprendizaje) son:

-El abrazo que recibí el primer día en las escaleras.
-Aprender a jugar de nuevo en el patio de recreo.
-Las montañas… ¡Me ENCANTARON las montañas!
-Se puede aprender mucho de un largo silencio.

El trabajo sobre los aspectos personales de mi sanación continúa, al igual que el apoyo de Saprea. Nunca podría pagarles todo lo que han hecho, y cómo han cambiado mi vida, junto con la de tantas otras. Sigo corriendo la voz sobre Saprea con la esperanza de que otras puedan participar en la misma increíble jornada que yo realicé durante el otoño de 2017.

Gracias a Saprea por los increíbles regalos.

Los regalos de renovación y amor propio.
El don de la comunidad.

-Lisa, Sobreviviente