Me culpé por lo que pasó

Tenía 5 años y estaba rodeada de una familia cariñosa que amaba a Dios y amaba a la gente. Aún recuerdo el vestido con el que me vistió mi madre aquel domingo por la mañana. Era un vestido amarillo con volantes. Estaba peinada con unas trenzas perfectas adornadas con pasadores amarillos. Aquel domingo, al principio del servicio, tuve que ir al baño.

Bajé las escaleras hasta el baño y al salir me encontré con que me levantaban bruscamente y me empujaban contra la pared. Confundida y desorientada, por fin me di cuenta de que me sujetaba un joven que, al parecer, me había seguido y me esperaba. Procedió a subirme el vestido. Recuerdo el encaje que había cosido alrededor del ribete de mi vestido. Me quedé asustada y confusa. Siguió abusando de mí durante algún tiempo después de aquel día, que empezó a parecerme una parte habitual de la vida.

Durante ese tiempo, mantuve en secreto lo que ocurría, pues temía que me juzgaran. Pronto llegaron más jóvenes que empezaron a abusar de mí. Empecé a pensar que tenía un sello en la frente que decía: «Tócala».

Abusaron de mí hasta los 11 años. Los años que siguieron, cargué con la culpa de ese dolor. No amaba a quien veía en el espejo y me culpaba por lo que me había ocurrido. Empecé a tener baja autoestima, lloraba mucho y creía que no era lo suficientemente buena.

Durante años me culpé y creí que yo era la causa del trauma que me había ocurrido. Pero ¿por qué nos hacemos esto a nosotros mismos? ¿Por qué culpamos a la víctima? Ahora, con el movimiento #MeToo y con #timesup a la cabeza, mujeres y hombres cuentan historias de trauma y abuso sexual. Pero ¿por qué les señalamos con el dedo por no contar lo que les ocurrió hasta años después? ¿Por qué los avergonzamos?

-La-Anna, Sobreviviente