Fui sincera sobre lo sola que estaba

Cuando oí hablar por primera vez del Retiro Saprea, no podía creer que hubiera un lugar para «nosotras», un lugar donde las sobrevivientes de abuso sexual infantil pudieran encontrar una comunidad y ser escuchadas. El domingo anterior a mi vuelo estaba hecha polvo, se habían disparado todos mis detonantes. ¿Cómo iba a dejar la red de seguridad que había creado y qué pasaría si no me querían? Por suerte, una amiga de un amiga me envió un mensaje y me aseguró que todos nos sentimos así y que no pasaría nada.

Había llegado el día del retiro y había oído que haría amistades duraderas y que sería maravilloso. El lunes no me sentí maravillosa, sino abrumada y muy sola. Vi cómo las más jóvenes se reían y se abrían de inmediato. Me fui a la cama con lágrimas deseando estar de vuelta en casa con mis animales y la seguridad.

Cuando me desperté el martes, me dije a mí misma que había venido al retiro para sanarme a MÍ y que tenía que centrarme en esa jornada de sanación y dejar que pasara lo que tuviera que pasar. Durante la terapia de grupo fuera de las instalaciones me sinceré sobre lo sola que me sentía y compartí mi historia de abuso. Durante la comida, una de mis hermanas dijo: «Creo que he hablado demasiado» y yo apoyé mi cabeza en su hombro y le aseguré que no era así. Abrirme creó un vínculo con estas damas que formará parte de mi vida para siempre.

Aprendí mucho sobre mí misma y sobre por qué antepongo a los demás a mí misma. Pasitos de bebé para encontrar mi valía. Me ha cambiado para siempre la generosidad de las mujeres que nos amaron durante esos 4 días y toda la información que nos dieron. ¡Muchísimas gracias!

-Yulonda, Sobreviviente