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HISTORIAS DE SOBREVIVIENTES

Aprendí a solo ser yo misma

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Mi abuso sexual empezó cuando era sólo una niña, cuando mi madre se divorció y se volvió a casar. El divorcio fue muy feo y amargo y nos mudamos mucho, lo que no hizo sino aumentar mi ansiedad y depresión a lo largo de los años. Era una niña extremadamente tímida y pasé la vida con este secretismo de abuso sexual y emocional. De adulta, seguí pensando que tenía que proteger a mi madre de todo esto, por lo que la relación continuó con mi abusador, su marido, hasta que mi madre falleció a mis 30 años.

El abuso sexual propiamente dicho terminó en mi preadolescencia, cuando empecé a ser más consciente y él empezó a tener miedo al ver que yo era una adolescente fuerte y muy rebelde. Sin embargo, el abuso emocional continuó mientras viví en casa. Fui por la vida con este secreto porque temía que mi padre biológico, si se enteraba del abuso, iría a la cárcel por lo que le habría hecho a quien abusó de mí, y ¿adónde iría yo si mi madre no me creía? Vivía con miedo a esto. La otra razón era proteger a mi madre, porque sabía que, si perdía a sus hijos, no tendría nada, ¡porque nosotros éramos su todo y ella era nuestro todo!

El abuso había afectado a mi matrimonio y a mi vida durante años y en 2017 acabé con todo ello, incluyendo la depresión y la ansiedad y mi sistema de creencias, o la falta de él, y solicité el Retiro Saprea, del que acababa de oír hablar en las noticias. ¡Esta era mi respuesta! ¡Éste era mi año!

Estaba aterrorizada, pero entré en el retiro en agosto de 2017. Nunca había sabido lo que significaba la palabra «segura». Fue allí donde aprendí por primera vez lo que significaba «segura». Creía que lo sabía, pero fue mi momento de reconocimiento y la sensación más increíble que jamás experimentaré. Lamentablemente, no estoy segura de que vuelva a tener esa sensación fuera del retiro, ¡pero tengo ESPERANZA!

Todo el mundo allí era increíble: el personal, las terapeutas, otras sobrevivientes, etc., ¡y no puedo expresarlo lo suficiente! Nunca me habían atendido de esa manera tantas personas cariñosas y compasivas, y personas con las que podía relacionarme. Hice amigos de verdad, cosa que antes siempre me había resultado difícil, pero nunca supe por qué. ¡Ya no estaba sola! No puedo empezar a expresar con palabras toda mi experiencia allí, pero fue una experiencia única en la vida y en la que aprendí a ser simplemente «yo», ¡y ese «yo» fue completamente aceptado tal como soy! El personal, las clases y los conocimientos que recibí allí me han ayudado a crecer y progresar de formas que nunca pensé que fueran posibles. ¡SOY UNA SOBREVIVIENTE y RECUPERO LA ESPERANZA!

-Denise, Sobreviviente