Animo a todos a plantarse

Érase una vez una víctima de mi padrastro. Él era, como me dijeron una vez, «de libro», y empezó a acondicionarme desde muy joven. Alrededor de los seis años, empezó a hacerme masajearle los pies delante de la familia. Pasaron los años, cuando me obligaba a hacerle masajes, y finalmente me trasladó a su habitación con la puerta cerrada.

A los once años, su acondicionamiento o grooming había pasado a obligarme a hacer cosas que no quería hacer. El día que me dijo que lo deseaba, que me gustaba, con lágrimas en los ojos, supe que ése sería el último día que permitiría que continuaran los abusos.

Cuando tenía diecisiete años, mi madre finalmente nos sacó a mí y a mis hermanos de su casa y solicitó el divorcio. También presenté cargos contra él. Se declaró culpable de «una ocasión», sin especificar realmente en qué consistía. Me enfurecí, pues me dijeron que lo más probable era que su castigo más severo fuera la libertad condicional.

Me negué a aceptarlo.

Escribí una carta al juez, en la que contaba con todo lujo de detalles lo que había vivido, múltiples «ocasiones» y años de abusos por su parte. La carta fue leída en voz alta el día de su sentencia. El juez lo condenó a 5 años de cárcel y después a libertad condicional. Fue un shock para los que estaban en la sala, y también para mí.

Gracias a Dios por el juez que encerró a este hombre. Gracias a Dios que ya no estaba ahí fuera, capaz de abusar de nadie más. Iba a alistarme en la Marina, pero rogué a mi reclutador que no me obligara, porque no podía prometerme que pudiera volver a casa para la cita con el tribunal. Acepté de buen grado una baja deshonrosa para poder estar en la sala el día en que le condenaran. No creo que hubiera ido a la cárcel de otro modo.

Animo a todos y cada uno de ustedes a adoptar una postura. Me negué a dejar que se saliera con la suya sin sufrir las consecuencias. Espero que tú también puedas luchar.

-Amanda, Sobreviviente