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HISTORIAS DE SOBREVIVIENTES

Ahora creo de verdad que soy hermosa en todo sentido

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Hermosa es un término que nunca pensé que utilizaría para describirme a mí misma. Es algo que me decía a mí misma que no era, es algo que no creía que nadie pensara nunca de mí. Años de abuso desde los 9 años me dejaron destrozada, dañada, confundida y sin valor hasta bien entrada la adolescencia. Adquirí malos hábitos, intentando adormecer sentimientos que no comprendía y relaciones malsanas que nunca me hicieron sentir que era suficiente. Durante años fingí una sonrisa y seguí con mi vida.

Me gradué en la universidad, obtuve clasificaciones nacionales en el fútbol universitario, pero nada de eso llenó el vacío que había en mi interior. Nada de eso curaba la soledad que sentía en una habitación llena de gente. La culpa que me había echado a mí misma había vencido, el abuso había conquistado por fin mi alma y no quedaba nada dentro de la cáscara en la que me había convertido… eso creía.

El Retiro Saprea fue una bendición inesperada en mi vida. Por primera vez en 32 años, estaba rodeada de personas que me comprendían. Estaba al cuidado de mujeres increíbles que me apoyaban, nutrían y ayudaban plenamente a empezar a amar la jornada que estaba iniciando. La mañana del segundo día, estaba sentada fuera, asombrada por el pintoresco paisaje, y algo dentro de mí detonó una emoción que nunca había sentido. Sentada allí sola, en mi propio silencio, me sentí tranquila, me sentí en paz, en ese momento, en las primeras 24 horas supe que iba a estar bien.

En sólo cuatro días por fin pude decir las palabras «no es culpa mía» y decirlas de verdad. Es algo que oía todo el tiempo, pero siempre eran sólo palabras. Pero ese día y todos los días posteriores ha sido un sentimiento. No puedo expresar mi gratitud por el Retiro de Saprea. Una luz que me guía en la oscuridad y una de las razones por las que puedo mirarme al espejo y creer de verdad que la persona que me mira es hermosa en todos los sentidos.

No tienes por qué sufrir sola en tu silencio. Extiende la mano… habla… arriésgate y te prometo que ¡estarás «navegando tu barco» en muy poco tiempo!

-Sarah, Sobreviviente